Michelangelo Merisi, conocido como Caravaggio, hijo de Fermo Merisi, personaje que estuvo al servicio de Francesco Sforza Colonna, se formó con Simone Peterzano en Milán, donde está documentado en 1584. En 1592 procedió a vender sus posesiones para marcharse a Roma, donde contó con el apoyo de la familia de Costanza Colonna. Allí frecuentó el taller de Lorenzo Carli, el Caballero de Arpino y de Antiveduto Gramatica. El punto de inflexión en la vida y obra de Caravaggio fue cuando conoció a su primer protector, el cardenal Francesco Maria Del Monte en cuya residencia –el Palazzo Madama- vivió entre 1597 y 1601. Para Del Monte, Caravaggio pintó, entre otras obras, La cabeza de Medusa, de la Galleria degli Uffizi, y La Buenaventura, de la Pinacoteca Capitolina. Su primer encargo importante fueron los lienzos con la vida de san Mateo para la capilla Contarelli de San Luis de los Franceses (1599-1600), a los que siguieron los de Santa Maria del Popolo (1600-1601). Estos conjuntos, por su acentuado realismo y por la utilización de un intenso claroscuro, causaron, por su novedad, una honda impresión en los ambientes artísticos romanos y le otorgaron fama y popularidad. En esos años realizó El Santo Entierro, Pinacoteca Vaticana, La Virgen de Loreto, en la iglesia de Sant’ Agostino, La Virgen de los palafreneros, en la Galleria Borghese, y La muerte de la Virgen, en el Musée du Louvre. Caravaggio realizó encargos para algunos de los más importantes mecenas del momento, entre los que destacan el marqués Vincenzo Giustiniani, el cardenal Scipione Borghese y el banquero Ottavio Costa. El nuevo acercamiento de lo sagrado a la realidad fue uno de los motivos de su popularidad y precisamente por ello, también agitó la controversia al usar a mendigos o prostitutas como modelos de sus cuadros.  Caravaggio era un hombre ambicioso, con un fuerte temperamento que frecuentaba las tabernas y los excesos añadidos le ocasionaron serios problemas con la justicia debido a las peleas en las que participaba con asiduidad. En 1606, mató en duelo al que fuera su rival, el también pintor Ranuccio Tomassoni. Esto le obligó a huir de inmediato hacia el sur del país abandonando Roma y trasladándose a Nápoles, ciudad en la que su pintura causó un especial impacto. Desde este momento la vida de Merisi se convirtió en una constante huida. En 1607 está documentado en Malta, bajo la protección de Alof de Wignacourt, gran maestre de la Orden de los Caballeros de Malta, donde dejó La Decapitación de san Juan Bautista, su única obra firmada. A continuación, se instaló en Sicilia donde permaneció entre 1608 y 1609; de esos años son La Resurrección de Lázaro, en Messina, y El entierro de santa Lucía, en Siracusa. A finales de 1609 regresó a Nápoles desde donde se embarcó de vuelta rumbo a Roma, muriendo en el trayecto en Porto Ercole el 18 de julio de 1610. Caravaggio, que no tuvo discípulos directos, contó con numerosos seguidores que propagaron su estilo no sólo por Italia sino por el resto de Europa. Los ecos de su pintura llegaron a artistas como Rembrandt o Velázquez.

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