El nombre de Piet Mondrian está vinculado al grupo neoplasticista holandés aglutinado en torno a la revista De Stijl. Su concepción de que el arte debía ser representado a través de la línea recta y los colores puros como símbolo de la expresión del orden cósmico le convirtió en una de las grandes figuras defensoras de la abstracción y en uno de los artistas más admirados e influyentes del siglo XX. Se formó como maestro de dibujo de educación obligatoria y en 1892 ingresó en la Rijksakademie van Beeldende Kunsten de Amsterdam, donde comenzó a relacionarse con los grupos artísticos del momento. Sus primeras obras fueron paisajes serenos, pintados en grises delicados, malvas y verdes oscuros, y en 1908, bajo la influencia del pintor Jan Toorop, comenzó a experimentar con colores más brillantes.

En 1912 se trasladó a París, donde conoció, entre otros, a Fernand Léger y Georges Braque. Su estancia en la capital francesa hizo que adoptase el estilo cubista, desde el que poco a poco se fue adentrando en la abstracción. El estallido de la Primera Guerra Mundial hizo que se viese obligado a permanecer en los Países Bajos, momento en el que conoció a Bart van der Leck y Theo van Doesburg. En 1917, junto a ambos pintores y a un grupo de jóvenes arquitectos y artistas, fundó la revista De Stijl, que, hasta 1924, le sirvió de plataforma para difundir el neoplasticismo, un arte que buscaba representar las verdades absolutas del universo. La pintura de Mondrian se expresaría a partir de entonces exclusivamente a través de planos de colores primarios y líneas rectas. Cuando en 1925 Van Doesburg introdujo la diagonal en sus composiciones pictóricas, Mondrian se separó definitivamente del grupo.

Posteriormente colaboró con el grupo Cercle et Carré, fundado en 1929 por Michel Seuphor, y en 1931 se unió al grupo Abstraction-Création de Auguste Herbin. En 1938 emigró a Londres, y en el otoño de 1940, tras los bombardeos de la capital británica y la entrada de los alemanes en París, decidió aceptar la invitación del pintor americano Harry Holtzman de ir a Nueva York. En América su estilo perdió la rigidez anterior, influido por el movimiento intrínseco de la gran metrópoli, sus rascacielos y el jazz, y adquirió una mayor libertad y un ritmo más vivo.

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