El tamborilero desobediente
Nicolaes Maes se inicio en la pintura en su ciudad natal y completó su formación artística en el taller de Rembrandt, donde estuvo desde finales de la década de 1640 hasta 1653. Durante sus primeros años de actividad profesional como maestro, hasta los años sesenta, cultivó las escenas de interiores. Después se dedicó casi exclusivamente al retrato, género en el que alcanzó fama dada su habilidad para captar el parecido de sus clientes. Maes, además, es conocido por sus cuadros de interiores y por sus escenas religiosas, que pintó, atraído por Rembrandt, al principio de su carrera.
Sus pinturas de interiores se ambientan en sencillos ámbitos en los que se desarrolla la vida doméstica diaria. En estos trabajos captó las labores, hábitos y costumbres de sirvientas y señoras tratados siempre con dignidad y acudiendo al lenguaje de los gestos para subrayar algún acontecimiento que tiene lugar en la pintura.
La historia de este lienzo ha podido rastrearse desde el siglo XIX, cuando perteneció a la gran duquesa de Rusia, Ana Paulowna, que fue posteriormente princesa de Orange y esposa del rey Guillermo II. El cuadro fue pasando, en herencia, por varias generaciones de la familia hasta que, antes de 1930, se vendió, con toda probabilidad, al marchante berlinés Karl Haberstock, en cuya galería fue adquirido por Heinrich Thyssen-Bornemisza. La pintura, cuando formaba parte ya de la Colección, participó en la exposición de Múnich de 1930, y estuvo registrada en los catálogos de la familia Thyssen-Bornemisza desde entonces.
En sus espacios domésticos, tratados en un tono intimista, Maes incorpora, a diferencia de De Hooch o de Vermeer, detalles anecdóticos que animan la escena. Es el caso de este Tamborilero desobediente, al que la madre ha tenido que regañar, incluso amenazándole con unas varas, para evitar que el ruido de su tambor despierte al bebé que duerme en la cuna. La escena tiene lugar en la planta alta de la casa junto a una ventana. La luz uniforme que penetra por los cristales invade la estancia produciendo un ambiente placentero. La mujer cosiendo, sentada al lado de un vano, es una imagen recurrente en la pintura holandesa de interiores. El cuadro está fechado en los años en que Maes, tras abandonar Amsterdam, a finales de 1653, aparece instalado en su ciudad natal, Dordrecht. Esta obra muestra rasgos característicos de su estilo, como las gamas calientes de rojos y anaranjados que utiliza en las ropas de la mujer y para el tapete de la mesa, y una clara complacencia en describir la calidad de determinados materiales como la madera y, sobre todo, el mimbre de la cuna y el cesto. También son típicos de sus cuadros de género los gestos y las poses de los que se vale para la narración de este pequeño acontecimiento casero y los perfiles difusos de las figuras que ayudan a crear una atmósfera de tranquilidad.
En esta escena familiar se ha visto, en la actitud amonestadora de la madre, un gesto hacia la correcta educación de los hijos que, en este caso, ha llevado a la mujer, de forma drástica, a corregir un comportamiento. Según un moralista de la época, Jacob Cats, ésta era una de las tareas de las madres.
El lienzo, que perteneció a la colección de los príncipes de Orange, fue descrito en 1819 por el escocés sir John Murray en la residencia de los príncipes en La Haya. Entonces se conocía como La familia del artista, debido a que en la imagen que se refleja en el espejo colgado en el muro se reconoció al pintor (identificado a partir del autorretrato que se guarda en Dordrecht). Desde entonces se pensó que la mujer sería su esposa, Adriana Brouwers; el tamborilero, el hijo del anterior matrimonio de Adriana, Justus; y la niña de la cuna, Johanna, hija del artista y de Adriana. Con esta interpretación, la tela encaja en lo estilístico e histórico con la fecha en la que se ha inscrito. Sin embargo, a esta pintura se le han dado dos explicaciones más. La primera se debe a Durantini, quien en 1983 vio en ella una triple alegoría: de la vida contemplativa, representada en el autorretrato del pintor, de la vida activa, representada en la actitud amonestadora de la madre, y de la vida sensual, representada por la actitud del tamborilero. La otra interpretación se debe a Hedinger quien ha hecho una lectura política del óleo poniéndolo en relación con los momentos históricos que estaba viviendo Holanda en la fecha en que se pintó. Aunque estas tres hipótesis interpretativas son muy diferentes no se excluyen entre sí.
Mar Borobia