Bodegón con pastel de frutas y diversos objetos
Firmada y fechada en la hoja del cuchillo, «HEDA 1634», esta tabla es un excelente ejemplo de los bodegones pintados por el artista en la década de 1630. Willem Claesz. Heda fue, junto con Pieter Claesz., uno de los artistas que renovaron el género y al que incorporaron temas nuevos. Heda y Claesz. también experimentaron en sus bodegones con la corriente tonal que se desarrolló en Holanda, especialmente en el paisaje, y de la que fueron destacados exponentes pintores como Jan van Goyen, Salomon Ruysdael y Pieter de Molijn. Entre los temas que estos bodegonistas popularizaron se encuentran las llamadas «piezas de desayuno», composiciones en las que, por la selección de objetos y por los alimentos que presentan, evocan, en todos sus aspectos, una comida frugal.
Esta tabla apareció por primera vez en el mercado de arte alemán en 1956, siendo adquirida en esta fecha por la galería Cramer de La Haya. Mientras que la pintura permaneció en Holanda fue seleccionada para un suplemento de la revista Burlington Magazine como una de las obras de arte más relevantes que podían encontrarse en esos años en el mercado. La tabla fue adquirida directamente a esta última galería en 1958.
En este óleo el pintor sigue para sus objetos una disposición típica en su producción. Ha elegido un fondo verdoso que no distrae la atención del espectador y que recibe un foco de luz ligeramente desplazado a la izquierda. Sobre la encimera, forrada con un tapete oscuro, contrapone el blanco de un mantel que, a la derecha, cae generosamente. Este mantel no se presenta ya extendido con los pliegues de sus dobleces marcados con esmero, sino que se extiende a un lado mientras que se arruga en el otro, entre los bordes de los objetos, anunciando una tendencia que se verá en los trabajos del maestro a partir de la década de 1640. Los elementos que dispone sobre esta mesa son pocos, y en ellos ha estudiado tanto los materiales como la textura, sobresaliendo el juego de colores y brillos que va creando sobre la superficie. Así, a los platos de peltre, tratados con una gama plateada oscura y fría, se contrapone la argenta de la copa tumbada. Las dos copas de cristal, una rota y la otra de pie, reciben la luz de unas ventanas colocadas en el plano del espectador, particularidad esta que se contempla en otras pinturas de Heda.
El bodegón, bien equilibrado, se organiza con diagonales que van creando la profundidad, que se refuerza con efectivos recursos, como la colocación, en el borde de la mesa, de un plato por cuyo borde cuelga la cáscara de un limón a medio pelar. La perspectiva también se fortalece con la posición, en el centro de la composición, de la copa tumbada. Los colores que elige dentro de su restringida paleta son armónicos, creando con ellos un sutil mundo de contrastes sin estridencias. Los bodegones de las mesas de Heda no están listos para comer, sino que presentan, como en este caso, la acción del hombre. Así, los objetos están desordenados, el pastel empezado, el limón a medio pelar y las cáscaras de las avellanas repartidas de manera arbitraria por los rincones del bodegón.
En la colección real británica se conserva una composición similar que ha sido considerada una replica o versión de esta tabla.
Mar Borobia