Christoph Amberger fue un destacado retratista de la élite de Augsburgo, ciudad en la que se documenta como maestro en 1530. Incluía siempre en sus obras escenas dotadas de un gran movimiento en los fondos que resultan muy interesantes, como es el caso de este retrato de Matthäus Schwarz que recoge en el último plano un motivo turbulento con un paisaje borrascoso y montañoso, característico del pintor. El realismo es uno de los fines del artista, que describe minuciosamente numerosos detalles como la copa de vino situada en el alféizar de la ventana, y el horóscopo del personaje que el artista coloca en la esquina superior derecha y que recoge su fecha de nacimiento (20 de febrero de 1497 a las 6:30 pm). Amberger retrató al protagonista entre los objetos de su profesión, ya que fue contable de la familia Fugger, principales banqueros de Alemania, y con ropajes muy a la moda española, con colores lisos donde sobresalen el blanco y el negro. Durante el Renacimiento fue frecuente retratar a los matrimonios en soportes individuales, por lo que esta obra tiene un panel complementario que se corresponde con el retrato de su esposa, Barbara Mangold, que pertenece a la Kisters Collection y se fecha en el mismo año que el del Museo Thyssen-Bornemisza.

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Christoph Amberger desarrolló su carrera en la ciudad de Augsburgo, donde fue el artista más destacado de la primera mitad del siglo XVI. Amberger, aunque triunfó como retratista, trabajó la pintura religiosa y entre sus encargos se le confió la sustitución de la tabla de Hans Holbein, el Viejo, de la catedral de Augsburgo, perdida durante las revueltas religiosas. Sobre sus primeros años se desconoce casi todo: dónde nació, con quién se formó, así como sus primeras manifestaciones artísticas. Sin embargo, ese periodo inicial se ha ido construyendo, con dificultad, aceptándose la idea de que pudo formarse en Augsburgo con el pintor Leonhard Beck, con cuya hija contrajo matrimonio. Un factor importante en su pintura es el influjo que recibe del arte italiano, que tuvo ocasión de estudiar durante un viaje por el norte de Italia de una duración aproximada de entre dos y tres años; las fechas que se han señalado son hacia 1525-1527⁄1528. En 1530 está de nuevo en Augsburgo, donde empezó a ejercer como maestro. Entre los clientes del pintor, que retrató también a Carlos V, se encuentran las familias más destacadas de la ciudad, como los Fugger, burgueses y patricios.

Este retrato perteneció, junto con su pareja, el de la esposa del retratado, Barbara Schwarz, a la colección del pintor Ferdinand August Hartmann en Dresde. Después la pareja se separó y la tabla de Matthaüs Schwarz ingresó en la colección Von Ritzenberg; los dos óleos volvieron a reunirse de nuevo en la colección Freiherr von Friesen de Dresde, donde la obra estuvo hasta 1849. El siguiente propietario fue Martin Schubart, en cuya posesión estuvo hasta 1855; la pintura pasó después al mercado de arte en Londres en 1906 y continuó en Gran Bretaña, en la colección de Leopold Hirsch, hasta 1934, fecha en la que apareció en la galería Haberstock de Berlín, donde finalmente fue adquirida para la colección Thyssen-Bornemisza en 1935. La pareja de la pintura, también fechada en 1542, se conserva en la colección Kisters en Kreuzlingen.

Matthaüs Schwarz, que había sido ennoblecido por Carlos V un año antes de la ejecución de esta pintura, eligió un escenario y una pose más en consonancia con las clases acomodadas que con la nobleza. Este singular personaje aparece en un rincón cuyo fondo se organiza con una cortina y con una ventana que nos conduce a un paisaje con riscos bajo una fuerte tormenta. El modelo permanece sentado y ocupa con su voluminoso cuerpo la superficie de la pintura, cuyo lateral derecho se ha aprovechado para alojar un escritorio con varios libros. En el alféizar de la ventana se ha dispuesto una elegante copa de vino tinto y un hoja donde se anotan, de una manera inusual, detalles del personaje en un calendario y datos astrológicos. Este singular documento se complementa con un horóscopo que se ha trazado en oro en el celaje del paisaje donde se vuelve a repetir el año de la pintura junto a la fecha 21 de agosto.

El protagonista de esta obra procedía de una familia burguesa de comerciantes. Matthaüs Schwarz viajó durante su juventud a Italia para aprender y ponerse al día sobre métodos de contabilidad, materia acerca de la que escribió varios tratados; también estuvo al servicio de los Fugger. A este curioso personaje, que fue retratado por Hans Maler y cuya efigie está grabada en medallas realizadas por Friedrich Hagenauer y Jans Kels, se debe un interesante libro conocido con el nombre de Trachtenbuch, ilustrado por el miniaturista Narziss Renner y con colaboración del taller de Christoph Amberger. Este manuscrito, de perfil biográfico, tiene ciento treinta y siete ilustraciones en las que se describen los trajes más importantes que Schwarz lució a lo largo de su vida y que se acompañan con anotaciones. El documento es de gran importancia, pues facilita una información valiosa sobre la moda masculina durante esa etapa del Renacimiento alemán. El proyecto fue continuado por uno de sus hijos, Veit Conrad, que abrió precisamente «el catálogo de moda» con las miniaturas de sus padres, tal y como aparecen en las pinturas de Christoph Amberger, pero de cuerpo entero. Esta ilustración tiene un interés añadido, pues en ella se reproduce, con más detalle, el esquinazo de la sala que sirvió de marco para la pintura de Amberger.

Este retrato es un buen ejemplo del arte de Amberger, que presentó a sus modelos bajo el velo de una idealización matizada, siguiendo pautas italianas. Este hecho, unido al buen modelado, a la elegancia de los tonos y de sus combinaciones y al entorno, determinó el éxito del pintor en el género.

Mar Borobia

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