La catalogación de esta obra no ha sido sencilla, pues en ella se registran características de la escuela de Colonia y de la zona de Westfalia. Isolde Lübbeke la situó en el entorno de Düren ya que allí se funden los estilos de ambas. Este pintor anónimo utilizó una tabla de formato estrecho en la que representa cuatro escenas: El Descendimiento, El Santo Entierro, La Bajada de Cristo al Limbo y La Resurrección. La lectura de la obra se inicia en la parte superior siendo el nexo de unión un largo y sinuoso camino. El primer pasaje es El Descendimiento, construido con el esquema triangular habitual, formado por la cruz y las dos escaleras que se emplazan a los lados. Tras éste se sitúa El Santo Entierro, que se dispone en una pronunciada diagonal con los personajes hacinados en el lado izquierdo del sepulcro. La siguiente representación es La bajada de Cristo al Limbo, con las almas de los justos en actitud orante surgiendo de una pequeña grieta en la roca. En la parte inferior, y cerrando la narración, se reproduce La Resurrección.

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En esta estrecha tabla se representan cuatro escenas: El Descendimiento, El Santo Entierro, La bajada de Cristo al Limbo y La Resurrección. El pintor ha aprovechado las masas rocosas del paisaje para separar los episodios y se ha servido, además, de un estrecho y sinuoso camino con sus recodos para conectar las cuatro narraciones. El Descendimiento, que corona el conjunto, se desarrolla con el tradicional esquema triangular organizado por el travesaño de la cruz y las dos escaleras que se apoyan en él para poder descender a Cristo. El artista ha optado por colocar en los peldaños a los tres hombres: José de Arimatea, Nicodemo y san Juan, mientras que la Virgen y dos de las santas mujeres permanecen esperando de pie junto al Calvario. El fondo elegido es un paisaje suave, de formas redondeadas, donde el celaje se ha sustituido por el característico fondo de oro. El Santo Entierro, que cronológicamente, tiene lugar después, se organiza en torno a una pronunciada diagonal que marca el sepulcro sobre el que se agolpan los personajes en uno de sus lados.

Siguiendo el orden de los sucesos, Cristo descendió al Limbo para liberar las almas de los justos que se representan en la boca de una cueva con las manos juntas en señal de oración y súplica. La última escena que continúa rigurosamente el orden cronológico es La Resurrección, donde la figura de Jesús marca con su posición el eje de la tabla. Jesucristo, aquí, como es habitual, aparece triunfante tras haber vencido a la muerte, bendiciendo con una mano mientras que con la otra sostiene una ligera cruz. De los tres soldados, dos permanecen durmiendo mientras el tercero, despierto, es testigo del acontecimiento sobrenatural.

Por el uso del oro, así como por el desarrollo de las escenas, se ha pensado que esta tabla tal vez fue el ala interior derecha de un altar que, por sus dimensiones, no estuvo destinado a un conjunto principal. La obra procede de la iglesia de un convento franciscano en Düren. Esta puerta lateral, que quizá acompañó a una Crucifixión o a un conjunto escultórico como motivo central, exhibía en el exterior la imagen de un San Luis de Toulouse que se conserva en el Leopold-Hörsch Museum de Düren.

La pintura, cuya catalogación no es fácil por las características que presenta, ha estado vinculada a pintores de los focos de Westfalia y de Colonia. Lübbeke, tras el estudio de los distintos componentes de la pintura, optó por situarla en el entorno de Düren, zona donde se funden los rasgos de las dos escuelas en las que se inspira el artista y donde se aúna la tradición con las nuevas tendencias artísticas.

Mar Borobia
s. XIV y XV - Primitivos germánicosPinturaÓleotabla
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