Modelo de un barco, visto de proa
Esta curiosa pareja de óleos, en la que se reproduce el modelo de un barco, visto de proa y popa, ingresó en la colección Thyssen-Bornemisza en 1984.Ambas telas procedían del mercado de arte británico y se adquirieron a la casa londinense Mallett & Son, único dato que sobre ellas se conserva en el archivo de Villa Favorita.
La reproducción en pintura de modelos de barcos fue un paso previo para la construcción de buques. Estos preliminares, reglamentados y rigurosos, eran evaluados por las autoridades navales correspondientes, de cuyo dictamen dependía la fabricación del navío. Los modelos y la pintura de los mismos permitían detectar las mejoras o defectos de fábrica de las embarcaciones y, de paso, también obligaba a los constructores a usar los materiales que habían descrito en el proyecto y a alzar el barco tal cual había sido aprobado. Con estas medidas, se evitaban fraudes y modificaciones de estructura que pudieran hacer la embarcación insegura o débil. Concretamente, en Gran Bretaña, a partir de 1649, se dispuso que antes de emprender la construcción de un barco se realizara un modelo del mismo para que el Almirantazgo lo examinara; estos modelos se conocen hoy en día con el nombre de «modelos de almirantazgo» y en España como «modelos de construcción, de astillero o de arsenal».
En los modelos, como se aprecia en las pinturas del Museo, se dejaban sin cubrir parte del casco y uno de los costados. De esta forma, se evaluaban detalles del armazón como la quilla, cuadernas, roda o codaste y demás elementos por debajo de la línea de flotación del buque. También quedaban sin concluir parte de las cubiertas, donde se estudiaban de nuevo la construcción y los apartamentos interiores. La finalidad de estos exámenes no era otra que conocer la resistencia y fortaleza del casco, la operatividad del navío en las maniobras y su comportamiento en combate; es decir, cerciorarse, antes de iniciar los trabajos, de su navegabilidad y rendimiento, y eliminar los fallos que le impidieran llevar a cabo la función para la que había sido diseñado.
Esta pareja de pinturas técnicas se ejecuta con un fondo oscuro sobre el que destacan los colores chillones con los que se han decorado las distintas partes del barco. Los modelos descansan sobre una gruesa encimera y sobre unos hierros que permiten su correcta sujeción y visión. El navío, de dos puentes y setenta y cuatro cañones, en su vista de proa, desde el costado de estribor, facilita el examen de piezas como la roda, tajamar, quilla y cuadernas, así como del mamparo, donde se abre una puerta que conduce al interior del barco. Como mascarón tiene un león rampante, emblema característico, en esa época, de la marina británica. En los costados del buque se detallan dos filas de portas, pintadas en rojo, para los cañones. En la vista de popa, redonda y con una perspectiva menos conseguida, se pormenorizan, además de las cuadernas, el yugo, el codaste y el timón. Aquí se ha construido una bovedilla en la que se abre la limera del timón, que queda enmarcada a los lados con las portas, también en rojo, de los guardatimones. Sobre ella, el espejo, fachada de popa hasta el coronamiento, donde se han proyectado dos galerías: la inferior, acristalada y cerrada, y la superior, abierta y retranqueada. Esta zona noble estaba destinada a las cámaras del comandante y de los oficiales y remata con un coronamiento tallado. Entre los motivos decorativos aparecen cortinajes y trofeos militares que sobresalen en ocre sobre fondo azul.
Las dos telas son un buen ejemplo de pintura de modelos de buques previa a la construcción de los navíos, en este caso de tipo Dublín.
Mar Borobia