Cassone
hacia 1560
Nogal tallado y dorado.
55,5 x 175,5 x 62 cm
Colección Carmen Thyssen
Nº INV.
K 522
(CTB.DEC0329
)
Sala 6
Planta segunda
Colección permanente
En apariencia, se trata de un arca veneciana de la segunda mitad del siglo XVI o de principios del XVII, con la característica decoración de animales imaginarios -dragones alados- inscritos en roleos vegetales en mezzo rilievo, que se organizan en torno a un escudo cuartelado, no legible, y de máscaras grotescas en bulto redondo en esviaje en los ángulos del frente.
Sin embargo, existen ciertas incongruencias en el sistema de construcción que hacen considerar la posibilidad de que se trate de una pieza historicista, en la que se combinan elementos antiguos y modernos. El tablero del fondo está cortado a máquina, hecho que se evidencia especialmente en su cara inferior pero no en la superior, que es la que queda a la vista cuando se abre el arca, y que ha sido igualada expresamente. El canto inferior del tablero frontal, que sólo se descubre si se da la vuelta al mueble, está cortado con el mismo procedimiento. Las maderas de frente, trasera y laterales se unen a inglete en los ángulos, en lugar de hacerlo con cortes rectos como era lo habitual en el siglo XVI, y dichas uniones están reforzadas en las testas con escuadras metálicas, solución asimismo mucho más moderna. Las uniones a lazo de los ensamblajes de las esquinas, visibles en la parte posterior, muestran las huellas regulares y paralelas de un serrado mecánico, y son demasiado patentes las trazas a gramil con que se fijaron sus dimensiones. La trasera está desbastada al exterior a grandes bocados, en lugar de presentar un corte manual natural, lo cual pudiera sugerir un tratamiento intencionado para que tuviera aspecto antiguo. El frente presenta un listón de remate en la parte superior realizado con una madera vieja reaprovechada, que ha padecido un ataque de xilófagos, cuyas galerías se muestran abiertas debido a que la superficie se ha rebajado antes de ser empleada en este mueble. El acabado de las maderas de la base parece haber sido homogeneizado intencionadamente, y está formado por una gruesa capa muy cargada de pigmentos de un intenso color marrón, que podría enmascarar tableros de diferentes procedencias.
La madera de nogal de la tapa es más antigua, y presenta un envejecimiento natural producido por el uso y la acción de la luz; sin embargo, se puede apreciar en la zona central delantera el perfil de una antigua bocallave que ha sido cegada con un injerto; estamos, pues, ante una antigua puerta que ha sido reutilizada como tapa de un arca, probablemente en una fase previa a la construcción del mueble: las molduras de los contornos presentan un desgaste no intencionado que sólo se obtiene con el paso del tiempo y el guardapolvo está fijado con clavos antiguos. Si a ello sumamos que las alguazas también lo son, así como las grapas que las remachan -no así sus correspondientes de la trasera, más modernas- se puede apuntar la hipótesis de que esta pieza procede de una puerta, reconvertida en fecha indefinida en tapa de un arca cuyos otros componentes se perdieron en fecha imprecisa, y que ha sido reaprovechada después para armar este arca complementándola con maderas más recientes. El canto trasero de la tabla está tratado con rascador, quizá con el propósito de disimular el corte con el que se habría reducido su anchura para conferirle las dimensiones adecuadas. En su interior se lee la inscripción «.1601./VENA», a tinta, que se refiere al año y al lugar -Venecia- de realización. No somos capaces de precisar si acompañaba ya a la pieza antigua de la que suponemos procede la tapa, o si fue añadida posteriormente, aunque el trazo es en exceso descuidado para una pieza de esta calidad.
Los metales tampoco se atienen a norma: tanto la bocallave como los escudetes de fijación de las aldabas laterales son de latón, y no de hierro como cabría esperar; las aldabas sí lo son, pero es evidente que su factura no es antigua, y que están envejecidas ex profeso.
Sofía Rodríguez Bernis
Sin embargo, existen ciertas incongruencias en el sistema de construcción que hacen considerar la posibilidad de que se trate de una pieza historicista, en la que se combinan elementos antiguos y modernos. El tablero del fondo está cortado a máquina, hecho que se evidencia especialmente en su cara inferior pero no en la superior, que es la que queda a la vista cuando se abre el arca, y que ha sido igualada expresamente. El canto inferior del tablero frontal, que sólo se descubre si se da la vuelta al mueble, está cortado con el mismo procedimiento. Las maderas de frente, trasera y laterales se unen a inglete en los ángulos, en lugar de hacerlo con cortes rectos como era lo habitual en el siglo XVI, y dichas uniones están reforzadas en las testas con escuadras metálicas, solución asimismo mucho más moderna. Las uniones a lazo de los ensamblajes de las esquinas, visibles en la parte posterior, muestran las huellas regulares y paralelas de un serrado mecánico, y son demasiado patentes las trazas a gramil con que se fijaron sus dimensiones. La trasera está desbastada al exterior a grandes bocados, en lugar de presentar un corte manual natural, lo cual pudiera sugerir un tratamiento intencionado para que tuviera aspecto antiguo. El frente presenta un listón de remate en la parte superior realizado con una madera vieja reaprovechada, que ha padecido un ataque de xilófagos, cuyas galerías se muestran abiertas debido a que la superficie se ha rebajado antes de ser empleada en este mueble. El acabado de las maderas de la base parece haber sido homogeneizado intencionadamente, y está formado por una gruesa capa muy cargada de pigmentos de un intenso color marrón, que podría enmascarar tableros de diferentes procedencias.
La madera de nogal de la tapa es más antigua, y presenta un envejecimiento natural producido por el uso y la acción de la luz; sin embargo, se puede apreciar en la zona central delantera el perfil de una antigua bocallave que ha sido cegada con un injerto; estamos, pues, ante una antigua puerta que ha sido reutilizada como tapa de un arca, probablemente en una fase previa a la construcción del mueble: las molduras de los contornos presentan un desgaste no intencionado que sólo se obtiene con el paso del tiempo y el guardapolvo está fijado con clavos antiguos. Si a ello sumamos que las alguazas también lo son, así como las grapas que las remachan -no así sus correspondientes de la trasera, más modernas- se puede apuntar la hipótesis de que esta pieza procede de una puerta, reconvertida en fecha indefinida en tapa de un arca cuyos otros componentes se perdieron en fecha imprecisa, y que ha sido reaprovechada después para armar este arca complementándola con maderas más recientes. El canto trasero de la tabla está tratado con rascador, quizá con el propósito de disimular el corte con el que se habría reducido su anchura para conferirle las dimensiones adecuadas. En su interior se lee la inscripción «.1601./VENA», a tinta, que se refiere al año y al lugar -Venecia- de realización. No somos capaces de precisar si acompañaba ya a la pieza antigua de la que suponemos procede la tapa, o si fue añadida posteriormente, aunque el trazo es en exceso descuidado para una pieza de esta calidad.
Los metales tampoco se atienen a norma: tanto la bocallave como los escudetes de fijación de las aldabas laterales son de latón, y no de hierro como cabría esperar; las aldabas sí lo son, pero es evidente que su factura no es antigua, y que están envejecidas ex profeso.
Sofía Rodríguez Bernis