Adán y Eva
Durante su primera estancia en París, entre 1910 y 1914, el artista ucraniano Wladimir Baranoff firmó sus obras con los nombres de Daniel Rossiné o Rossiné, indistintamente. Sólo después, al volver a presentar obras propias en Rusia tras la Revolución de Octubre, adoptó el nombre de Wladimir Baranoff-Rossiné. Algunas de las realizaciones que más celebridad han dado a este autor fueron logros de su primera etapa parisina, como el lienzo La fragua, de 1911 (París, Musée national d'art moderne) y la escultura de 1913 Sinfonía núm. 1 (Nueva York, Museum of Modern Art). La analogía entre el lenguaje pictórico y el musical fue uno de los objetos eminentes de experimentación en la obra de Baranoff-Rossiné. «Un joven artista ruso [sic] llamado Rossiné, que se ocupa de la teoría de la pintura y especialmente de la música del color, quiere conocerte», escribiría Kandinsky en una carta a Thomas von Hartmann. Una parte importante de lo realizado por este autor en torno al año 1912 corresponde a las pinturas que dedicó a los temas de Adán y Eva y el Apocalipsis, en las que ensayó una muy sugestiva alternativa orfista a la pintura de Robert y Sonia Delaunay, con quienes le unió una estrecha y prolongada amistad. El Adán y Eva de la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza es uno de los principales cuadros correspondientes al primero de los ciclos, del que se conocen nueve lienzos, entre ellos El ritmo. Adán y Eva, el de mayor tamaño, conservado en el Germanisches Nationalmuseum de Núremberg. El motivo central que aparece en esos cuadros es el disco solar, que viene a vincularse, en el caso de Adán y Eva, al tema bíblico de la historia de la Creación, y en del Apocalipsis al episodio opuesto, el del fin del mundo. Partiendo de los discos coloreados de Delaunay, esto es de composiciones basadas en la acción sincrónica de planos circulares de color, y en cuadros del pintor francés como La ciudad de París, Baranoff-Rossiné añade a la poética de la simultaneidad rítmica un material mitológico y cosmogónico, que se expone en Adán y Eva como el del devenir original del universo hasta la creación del primer hombre y la primera mujer.
La composición básica del Adán y Eva de la Colección resulta de la gradación de círculos en torno al disco solar, a cada uno de los cuales corresponde una coloración diferente. A la geometría de los círculos excéntricos se suman una modulación de los planos basada en fitomorfismos y la propia figuración de los animales y de Adán y Eva. Al igual que en los cuadros de Baranoff-Rossiné sobre este mismo tema, en los que los círculos son concéntricos y se corresponden, de manera bastante elocuente a la sucesión de estadios de la Creación en los cinco días que preceden a la creación del hombre en el Génesis, aquí, con una composición diferente, también los círculos cromáticos adquieren una intención cosmogónica. Pero la disposición es distinta: el cuadro diferencia los círculos de color paralelos a la superficie del lienzo, que aparecen como ondas en expansión centrífuga, del círculo que, colocado en un plano secante con respecto a la superficie, muestra un paisaje fantástico que alude al Paraíso. Otros segmentos de círculo se superponen a éste y dan contornos al espacio más próximo, donde se sitúan las figuras de Adán y Eva, cuya encarnación parece resultar de una prolongación del devenir original del universo y cuyos movimientos se benefician del impulso creador del todo. La figura de Adán, sostenida casi en el aire, recrea el modelo del Adán de Durero; la representación, vagamente matissiana, de Eva, recostada y con la manzana oculta en el envés de su mano izquierda, es uno de los desnudos más hermosos pintados por Rossiné. La resonancia de la estructuración rítmica basada en círculos concéntricos y excéntricos que afecta al todo marca la composición de esa figura, en cuyos vientre y caderas se encarnan formas que hacen eco a la representación del disco solar situado en el eje central del cuadro.
Se conserva un Adán y Eva (colección privada), de menores dimensiones, que podría considerarse un boceto o una primera aproximación del cuadro de la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza. Las pinturas en torno a los temas cosmogónicos de Adán y Eva y el Apocalipsis anteceden directamente a la introducción de Baranoff-Rossiné en el arte abstracto puro.
Javier Arnaldo