Bodegón con rosas amarillas
Stilleben mit gelben Rosen es el título con el que Beckmann anotó esta pintura en el inventario de su obra de 1937. Fue pintada en Amsterdam en pleno momento de tensión emocional, tras su huida de Berlín al día siguiente de que el Führer inaugurara en la Haus der Deutschen Kunst de Múnich la muestra Entartete Kunst (Arte degenerado), en la que se aniquilaba el arte moderno. Los diez años que vivió exiliado en Amsterdam, con estancias esporádicas en París, constituyen un periodo bastante fructífero en su carrera, en el que pintó algunos de sus más importantes trípticos y composiciones alegóricas. Como consecuencia de la crisis emocional que tuvo que padecer, Beckmann se refugió en una imaginería mitológica, de denuncia del horror y de los estragos del nazismo. De forma simultánea, a modo de contrapunto, pintó una serie de bodegones y paisajes en los que el artista evita toda alusión alegórica o cualquier tipo de denuncia política.
En esta Naturaleza muerta con rosas amarillas, la composición se centra en la franja vertical de color amarillo que enlaza las rosas amarillas, de la parte central, con las mazorcas de maíz, del ángulo superior izquierdo. A su alrededor, las formas de colores verdosos y terrosos de la cortina, la silla y la puerta sirven para definir el abigarrado espacio en el que se coloca el velador que sujeta el jarrón y sobre el que parecen apoyarse una flauta de dos cañas y una partitura de música, así como un plato de peras. El color negro de los contornos unifica tanto las formas que algunos de los elementos son difíciles de discernir. La disposición frontal del velador —que ya había utilizado en Naturaleza muerta con gramófono y lirios— y la exagerada planitud de la composición nos hacen recordar las naturalezas muertas postcubistas de Georges Braque de los años veinte y treinta.
Al igual que el retrato de Quappi, el primer propietario de este bodegón fue Stephan Lackner, quien desde París se dedicaba a promocionar fuera de Alemania a los artistas censurados por el nazismo. Lackner compró el cuadro a Beckmann en 1938 y en abril de 1939 se lo llevó a su exilio americano, desde donde mantuvo una continua correspondencia con su amigo. En julio de 1938, con motivo de la preparación de la exposición Twentieth Century German Art en las New Burlington Galleries de Londres, en la que Lackner colaboró de forma activa, Beckmann viajó con su amigo a la capital británica y pronunció la conferencia «On my painting», en la que entre otras cosas dijo: «Apenas necesito abstraer los objetos, ya son lo bastante irreales por sí mismos, tan irreales que sólo los puedo hacer reales a través de la pintura».
Paloma Alarcó