Pintor neerlandés activo en el siglo XVI, que se especializó en la producción de retratos y composiciones religiosas. Sus pinturas nos remiten al estilo de Jan van Eyck y Rogier van der Weyden, aunque también se observa la influencia de Gerard David en cuyo taller trabajó. Gran parte de sus obras se encuentran en España, debido a las excelentes relaciones comerciales que existían entonces, entre la Península Ibérica y los Países Bajos. En esta tabla se representa a un hombre orando, por lo que quizás constituyera el ala lateral de un díptico o un tríptico con una escena religiosa en el centro y una figura femenina en el otro lateral. El retrato es de un gran realismo, individualizando cada rasgo del rostro del protagonista. En segundo término el artista ha representado un paisaje en tonos oscuros, con los que juega para dibujar los volúmenes. Colin Eisler ha relacionado este retrato con otro femenino conservado en el Toledo Museum of Art de Ohio.

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La primera referencia que se conoce sobre este pintor de origen lombardo es de 1518, cuando consiguió la ciudadanía en Brujas, requisito imprescindible para desarrollar su carrera de pintor. Al año siguiente, Ambrosius Benson estaba inscrito como artista independiente en el gremio de la ciudad. También trabajó, durante una corta temporada y al inicio de establecerse en esta importante urbe comercial, como ayudante de Gerard David, en cuyo taller asimiló su estilo y sus modelos. Sobre Benson se desconoce todo antes de instalarse en Brujas, allí tuvo una posición económica holgada y llegó a ocupar puestos de responsabilidad en la corporación de artistas, de la que fue vinder, deán y tesorero. También tuvo buenos contactos en la cosmopolita ciudad, especialmente con la comunidad española, siendo España uno de los países donde se conserva uno de los conjuntos más representativos y mejores del pintor, que, según parece, se sirvió de intermediarios para exportar su trabajo. Si los archivos de Brujas son ricos en noticias sobre su actividad, no lo han sido tanto para las obras que realizó. En la producción que se le ha asignado encontramos, como es habitual, pintura religiosa y retratos, así como un conjunto con figuras que tocan instrumentos musicales. Benson, para sus composiciones religiosas, utilizó fórmulas tradicionales de la pintura flamenca que nos remiten no sólo a su primer maestro, Gerard David, sino también a Jan van Eyck, Rogier van der Weyden y Hugo van der Goes. Entre sus trabajos más valorados se encuentran precisamente los retratos, aunque no son muy abundantes en su repertorio.

Este fragmento, cortado en la zona inferior, donde se representa por su posición a un donante, probablemente fue la hoja izquierda de un tríptico o de un díptico. En ambos casos, la hoja derecha, siguiendo la tradición, estaría ocupada por una representación femenina. La tabla ingresó en la colección Thyssen-Bornemisza en 1934, procedente de una colección privada en Riga, y el mismo año de su adquisición fue publicada por vez primera por Max J. Friedländer. En ella se representa a un joven que, por la posición que adopta, tal vez estuviera de rodillas adorando la imagen central del conjunto, que quizá fuera una Virgen con el Niño. El personaje viste con riqueza y luce una capa con un gran cuello de piel de la que asoman unas mangas encarnadas que contrastan, por su colorido y estampado, con los parcos paños negros. El rostro está bien perfilado, con los rasgos correctamente dibujados, y se enmarca con el cabello de corte muy lineal y algo rígido y con el pulcro borde de la camisa. Las manos de este orante son alargadas y en ellas se resaltan los dedos, perfilados y delgados, en los que se marcan con precisión los nudillos. El fondo, que sigue fórmulas tradicionales, se organiza con un paisaje donde el pintor ha empleado una gama oscura y densa; a la izquierda, un camino enmarcado por gruesos troncos de árbol, que recibe la luz, nos introduce en los últimos planos, donde unos puntiagudos peñascos emergen de la tierra. Colin Eisler relacionó este retrato con otro del Toledo Museum of Art de Ohio, donde se representa a una mujer, también en actitud orante, ante un paisaje que, en esta ocasión, el hombre ha transformado.

Mar Borobia

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