Vista de Binnenhof, La Haya
Berckheyde dejó numerosas vistas de la ciudad de Amsterdam pero también de las calles y edificios de La Haya, como es el caso de la pintura que nos ocupa. Con un punto de vista alto, el pintor nos sitúa dentro de uno de los recintos más representativos de esa ciudad, el Binnenhof (patio interior) de la residencia de los condes de Holanda, para presentar de frente la fachada oeste del Ridderzaal (Sala de los Caballeros). A la izquierda, el palacio del gobernador, de 1639-1640, construido para acomodar al príncipe Federico Enrique, y la puerta Binnenhof de 1634, reconstruida en 1685. El Ridderzaal fue el lugar de encuentro de los caballeros de la Orden del Toisón de Oro, sede de los Estados Generales y lugar de recepción para los altos dignatarios y los embajadores durante el siglo XVII. Este bello edificio, ejemplo de la arquitectura civil gótica, fue construido hacia 1275 por el conde Floris V como ampliación del recinto palaciego. El Ridderzaal presenta una fachada enmarcada a ambos lados por dos finas y compactas torres circulares, que en el año en que Berckheyde pintó el óleo sirvieron también para albergar entre sus muros varios añadidos que ocultaban parte de la construcción original. Con una pronunciada cubierta a dos aguas, proyectada para soportar los rigores del clima, su tímpano triangular se cala con un hermoso rosetón con tracerías, grandes arcadas ciegas y ventanas circulares con motivos góticos. El patio interior se presenta animado por un carruaje, justo al pie de la Sala de los Caballeros, y por numerosas figuras que, en corrillos, en grupos pequeños o solas, son referentes de la actividad y de la vitalidad del lugar.
La pintura, que está firmada pero no datada, se ha fechado hacia 1690 por la indumentaria que lucen los personajes que pueblan el patio y por dos pinturas, con vistas de La Haya, en colecciones privadas, que llevan los años de 1694 y 1695.
Berckheyde ha construido el cuadro con un dibujo preciso con el que detalla no sólo las líneas generales de las fachadas sino también pormenores como el pavimento del patio, el ladrillo de los edificios, la piedra de los muros del Ridderzaal o la madera de la carpintería exterior. Sus construcciones, como es característico, se recortan poderosamente contra un cielo, nítido y pálido, que aumenta la plasticidad del conjunto. Típicas del artista son las sombras coloreadas, suaves y transparentes, que pese a su presencia, no alteran la composición con bruscos contrastes, como se aprecia en los primeros planos, oscurecidos, y que alterna con zonas vigorosamente iluminadas en las fachadas y en el suelo. La pintura también registra otra cualidad de la obra tardía de Berckheyde, como es el uso de una gama cromática más clara que anticipa la del siguiente siglo.
Se conocen cinco versiones de Berckheyde con este mismo tema y en las que experimentó con la luz y las sombras. La más próxima a la nuestra se subastó en Christie’s, Londres, en 1986.
Mar Borobia