Vaso chino con flores, conchas e insectos
En este florero que forma parte de la Colección desde 1957 se sintetizan los rasgos más característicos del estilo de Bosschaert. La historia de sus propietarios puede rastrearse casi hasta el siglo XVIII, cuando perteneció a Jan Nicolaas van Eys. Durante gran parte del siglo XIX y casi hasta mediados del xx el cobre se localizó en Gran Bretaña, donde figuró en las colecciones de tres familias, hasta que en 1953 apareció en el mercado, en una exposición dedicada a los maestros holandeses y flamencos de la galería londinense Eugene Slatter.
Ambrosius Bosschaert es el fundador de una familia de artistas dedicados a la pintura de flores, género que consiguió su independencia en este siglo y que fue, además, muy apreciado en su tiempo. Gran parte de su actividad se desarrolló en la importante ciudad de Middelburg, donde sus modelos estuvieron vigentes hasta bien entrado el siglo XVII. Las pinturas de Bosschaert fueron conocidas y estimadas por sus contemporáneos, que llegaron a pagar por ellas precios elevados, aunque su fama nunca llegó a superar a la del otro maestro en el tema: Jan Brueghel.
El motivo principal se concibe con un fondo neutro, de una gran sobriedad, y en una gama azul grisácea que, en algunas partes, deja transparentar el color cobrizo del soporte. Bosschaert ha colocado su florero, que se recorta del fondo sobre una simple encimera, bañado con una luz uniforme que nos va descubriendo las distintas especies con las que construye el ramo. La precisión y el detalle que pone en cada flor, rama y hoja, independientemente de si están situadas en lugares relevantes o en planos secundarios, es una de sus particularidades más llamativas. El ramo se ha ordenado simétricamente siguiendo un esquema vertical con sugestivos tulipanes veteados en el centro, flor a la que el artista prestó mucha atención en sus pinturas. Las rosas de pétalos blancos, rojos y rosáceos asoman por el borde del recipiente en el que también se recogen unas hermosas azucenas en el centro, a la izquierda, junto con claveles, iris y aquileas. El jarrón que Bosschaert ha empleado para presentar su bouquet es una porcelana china con un trabajado pie en metal: una pieza exquisita que compite por su singularidad y exclusividad con las de las flores que exhibe.
Las flores de los bodegones de Bosschaert no suelen estar pintadas del natural, pues están asociadas a distintas estaciones. Muchos de sus ramos se elaboraron con bocetos y dibujos que el artista trabajó en su taller, organizando con ellos sus arreglos florales. Sus preferencias botánicas a la hora de seleccionar el material para sus pinturas se centraron en una floricultura de lujo, que a veces mezcló con especies silvestres. El pintor suele introducir en sus composiciones otros elementos procedentes de la naturaleza, como son las conchas, que en este cobre coloca sobre la encimera, a la izquierda; insectos, entre los que distinguimos una mariposa, a la derecha, y otros pequeños animales, como el gusano que recorre uno de los tallos o el que se posa en una de las hojas de los iris.
Este cobre tiene la singularidad de conservar en su reverso la marca de fábrica con su fecha, 1607, así como el nombre del artesano que elaboró la plancha, Peeter Stas. La pintura se ha comparado con dos composiciones, una conservada en el Ashmolean Museum de Oxford y la otra en el Kunsthistorisches Museum de Viena.
Mar Borobia