Cosme I de Médicis con armadura
Uno de los capítulos más llamativos de la pintura de Bronzino es, sin duda, el de los retratos. Aunque el pintor consiguió sus más altos logros en ese género a partir de los años cuarenta, fue en la década de 1530 cuando empezó a fraguarse un prototipo en el que el distanciamiento del modelo, la inmutabilidad, la estilización y la elegancia constituirán algunas de sus señas de identidad. Estas ideas están ya formuladas en obras como el Joven con un libro, de principios de la década de 1530, en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, o el Retrato de Ugolino Martelli, de finales del decenio, en la Gemäldegalerie de Berlín. Bronzino nos legó una galería de imágenes de la sociedad intelectual de su época y retrató a músicos, poetas y escritores junto a la aristocracia florentina.
A finales de la década de 1530, en 1539, Bronzino entró al servicio del duque Cosme I de Médicis y entre las funciones que debía desempeñar se encontraba la realización de una serie de retratos de miembros de la familia del duque. Sin embargo, uno de los primeros trabajos que le fueron asignados fue la decoración de una capilla para la esposa del duque, Eleonora de Toledo, hija de Pedro de Toledo, virrey de Nápoles. Las pinturas al fresco con historias del Antiguo Testamento se completaron con un Llanto sobre Cristo muerto que centraba el altar, conservado hoy en el Musée des Beaux-Arts de Besançon. A este trabajo siguió un proyecto ambicioso que lo llevó a diseñar una serie de cartones para tapices con escenas del Antiguo Testamento, junto a otras alegóricas y mitológicas. De su faceta como retratista de corte nos han llegado numerosos retratos, tanto de los duques, de sus hijos, como de su círculo más allegado; el de Eleonora con su hijo Giovanni, fechado en 1545, conservado en la Galleria degli Uffizi de Florencia, es una de las imágenes más exquisitas y perfectas de su carrera.
En cuanto a los retratos del esposo de Eleonora, Cosme, duque de Toscana, Bronzino fue el encargado de gestar la imagen oficial del duque, que, a juzgar por el número de réplicas y copias que se han conservado, hay que vincularlas con la política propagandística llevada a cabo por el modelo de las pinturas.
Esta tabla del Museo Thyssen-Bornemisza, que procede de la colección Gonzaga, es una versión de la pintura conservada en la Galleria degli Uffizi. La obra de los Uffizi se ha identificado con el cuadro mencionado por Vasari, pintado probablemente en la villa de Poggio a Caiano en 1545, y también con el prototipo, que sirvió a más de una veintena de versiones y copias, entre las que se encuentra esta del Museo Thyssen-Bornemisza, considerada una réplica por Mina Gregory y obra de taller por Simon. Cosme I aparece de medio cuerpo, vestido con armadura, con el torso ladeado y girando la cabeza, que se presenta iluminada y completa al espectador; el yelmo, sobre una superficie que permanece oculta, es el objeto sobre el que el personaje coloca la mano. El fondo de la obra del Museo se cubre con un pesado cortinaje verde iluminado en el ángulo superior derecho; este elemento desaparece de la versión de los Uffizi, donde se transforma en una tinta neutra oscura. En Sidney, en la Art Gallery of New South Wales, se conserva otra versión en la que Cosme I aparece de un poco más de medio cuerpo, con un cortinaje azul, y el yelmo sobre un fragmento de columna donde se coloca una inscripción. Otras versiones difieren de la nuestra en detalles como el toisón de oro que luce el duque o la rama de laurel, símbolo de la familia Médicis.
Mar Borobia