Retrato de una mujer
Artista afincado en Colonia, su obra denota el conocimiento de la pintura de los Países Bajos. Se dedicó con más intensidad a la pintura religiosa, no obstante, alcanzó una gran popularidad como retratista, género en el que se encuentra más cercano a sus coetáneos como Joos van Cleve o Maerten van Heemskerck, especialmente por su realismo.
Esta pareja de tablas de dimensiones casi exactas nos presentan a dos figuras de medio cuerpo, vueltas levemente una hacia la otra. Ambos retratos comparten el mismo fondo azul, un antepecho de mármol y una iluminación que procede de la izquierda. Todas estas características han llevado a considerar que esta pareja de óleos representa a un matrimonio, identificado con la familia Weinsberg por la sortija que lleva el hombre: un escudo de tres hojas negras de trébol. El virtuosismo técnico se hace más evidente en el retrato femenino, en el detalle de las joyas y adornos, así como en el magnífico escorzo de la mano que sujeta unos claveles. La mujer presenta asimismo una iluminación mayor, con un contraste más intenso de luces y sombras, por su parte, el varón, que ha intentado identificarse con varios personajes de la Casa de Weinsberg sin éxito, registra una luz más atenuada, destacando en él, su fuerte caracterización y el realismo de su rostro.
MGA
La producción de Barthel Bruyn se centra en la pintura religiosa y en el retrato, género este último por el fue particularmente reconocido y apreciado por sus contemporáneos. A este artista también se debe la creación y el impulso de una escuela en Colonia dedicada a este género que, hasta su llegada, no contaba con una gran tradición entre los pintores. Bruyn sabe captar a sus modelos con realismo y toma como patrones, en un primer momento, ejemplos procedentes del mundo neerlandés, concretamente de Joos van Cleve, y más tarde, a partir de la década de 1530, de Hans Holbein, el Joven, uno de los mejores retratistas alemanes. Sus retratos, a diferencia de sus pinturas religiosas, no están documentados ni firmados, y su corpus se ha elaborado por paralelismos con sus obras sacras. Bruyn no sólo plasmó la fisonomía de sus clientes, que pertenecían a las altas esferas sociales, también incorporó en estas composiciones detalles alusivos a su personalidad y a sus profesiones. Sus imágenes también nos dejan ver, aunque veladamente, el mundo interior de sus protagonistas, para cuyos retratos empleó un formato de medio cuerpo donde el modelo suele destacar sobre un fondo neutro, aunque también en alguna ocasión éste fue sustituido por paisajes o por interiores.
Las dos tablas del Museo constituyen una pareja en la que el artista ha mantenido la posición tradicional del hombre a la izquierda y de la mujer a la derecha. Ambas figuras ocupan unos soportes de dimensiones casi iguales, que están recortados en la mitad superior con un arco rebajado; tienen el mismo azul del fondo, se iluminan desde la izquierda, proyectando sus cuerpos densas sombras a la derecha, y además, comparten un antepecho marmolizado cuyo esquinazo concluye al lado de la dama. Los dos óleos estaban en la colección Rohoncz en 1930 y participaron en la exposición de la Neue Pinakothek; la pareja procedía de una colección privada de San Petersburgo y de la colección Mandl en Wiesbaden.Bruyn dibuja con precisión todos los componentes de sus personajes y logra unos matices ricos y suaves en el rostro de la mujer, en el que destaca su media sonrisa. En el retrato del hombre ha centrado la atención en el rostro y en las manos, que se destacan entre las oscuras vestiduras, y el sombrero que cubre la cabeza. Este caballero sostiene en su mano izquierda un esenciero de metal, ricamente horadado, y luce en su índice una sortija cuyo escudo, tres hojas negras de trébol, se ha identificado con el de la familia Weinsberg de Colonia. En el caso de la esposa, la sobriedad de su marido se torna en riqueza por el valor y cantidad de ornamentos y joyas que animan su vestimenta. Bruyn ha puesto igual empeño en la descripción de las manos, una de ellas con un clavel, que en la de la rica joyería que adorna el cinturón, el pectoral y la cofia. El varón de esta pintura ha intentado identificarse con varios personajes de la casa de Weinsberg, pero de momento la búsqueda no ha dado resultados satisfactorios.
Mar Borobia