Orión en invierno
El 17 de noviembre de 1933 Charles Burchfield escribió en su diario: «La otra noche permanecía despierto, torturado por múltiples pensamientos; fuera, la noche estaba envuelta por unas nubes extrañamente iluminadas, en las que había salpicados unos agujeros irregulares, a través de los cuales se vislumbraba el azul índigo oscuro del cielo». Como se trasluce tanto en sus escritos como en sus pinturas, Burchfield, buen conocedor de la astronomía, sentía una atracción especial por el cielo y los astros, no sólo el Sol y la Luna sino también las Pléyades y algunas constelaciones de estrellas, en especial Orión, que aparece en la estación invernal.
Orión en invierno, de 1962, una escena fantástica que puede hacernos recordar la Noche estrellada de Van Gogh, es un sugestivo paisaje nocturno en el que la luna y las estrellas brillan en medio de la oscuridad e iluminan la blancura del paisaje nevado. En 1962, Burchfiled manifestó que estaba basada en los innumerables apuntes que había tomado en 1917, su «año dorado», durante sus experimentos con la visualización de los sonidos. El resplandor del halo de la luna, ese anillo que se consigue divisar algunas noches por la refracción de la luz solar, y el halo rojizo de Orión, coronando la composición, destacan sobre el brillo más tenue de las demás estrellas. El reflejo de la luna y las estrellas es también visible en las negras aguas del arroyo representado en un segundo plano.
Paloma Alarcó