La Presentación del Niño en el templo
Este lienzo de Ludovico Carracci permaneció inédito hasta los años setenta del siglo XX. La pintura perteneció al earl of Seafield, cuya colección fue puesta a la venta en Londres en 1975. En el catálogo de la subasta, la obra figuró correctamente atribuida, formando pareja con una Presentación de la Virgen que actualmente se considera de Pietro Faccini (c. 1562-1602). Nuestra tela se ha intentado identificar, aunque sin éxito, con una pintura registrada entre los bienes de la familia Ludovisi; sin embargo, la descripción que de ella se hace en el inventario de 1678, donde aparece este asiento, resultó lo suficientemente imprecisa como para no poder asegurar que se tratara de la misma obra. El lienzo se incorporó a la colección Thyssen-Bornemisza en 1977.
El episodio de la Presentación del Niño en el templo sólo se recoge en el Evangelio de san Lucas. En los versículos dedicados a este pasaje de la infancia de Cristo se mencionan las figuras principales de esta composición, que ocupan los primeros planos: Simeón, el anciano con la cabeza cubierta, que va a recibir en sus manos al Niño y que, como le había sido revelado por el Espíritu Santo, no moriría sin conocer al Mesías; la profetisa Ana, que sostiene una lápida con las palabras de Simeón, y la Sagrada Familia. La modesta ofrenda de la pareja de tórtolas se coloca en segundo término, siendo visible por el hueco que queda entre la Virgen y san José, y por el intenso color de su plumaje. La escena, siguiendo los Evangelios, tiene lugar en las gradas de acceso al templo. Ludovico Carracci, como podemos apreciar, se ajusta fielmente al relato bíblico.
La pintura se ha fechado después del viaje que el artista realizó a Roma en 1602, en el que conoció la decoración de su primo Annibale para el Palazzo Farnese, y próxima a su estancia, entre 1605 y 1609, en la ciudad de Piacenza, donde trabajó, junto con Camillo Procaccini (c. 1555-1629), para el obispo Claudio Rangoni. Se han mencionado varias obras fechadas en estos años con las que nuestro óleo guarda relación. Entre ellas se encuentra La Natividad de la Virgen (c. 1605-1609), en Piacenza, con la que mantiene, como cita Roberto Contini, un paralelismo en su puesta en escena y en los modelos usados en las figuras. Así mismo, en La Natividad de san Juan Bautista, de la Pinacoteca Nazionale de Bolonia, encontramos que tanto el perfil de la Virgen como los pliegues y las caídas de las telas se aproximan bastante a los de nuestra pintura, al igual que la fisonomía de santa Isabel, que recuerda a la de la profetisa Ana.
Carlo Volpe, en un informe fechado en 1977 y conservado en el Archivo del Museo, dató nuestro óleo hacia 1605, cuando en la pintura del artista boloñés se produce, siguiendo a este historiador, una conversión neomanierista que corresponde a su último gran periodo poético.
Mar Borobia