Cruz al atardecer
En los años finales de su vida Thomas Cole realizó una última serie de pinturas de temática religiosa conocida como La cruz y el mundo. En ella, este pionero paisajista considerado padre de la Escuela del río Hudson, muestra una naturaleza sublime que convierte en vehículo de su búsqueda de la salvación y el conocimiento espiritual.
Cruz al atardecer, que no pertenece a la serie pero está muy vinculada a ella, presenta un imponente cruz en primer plano, a cuya izquierda y un poco alejado se yergue un campanario. Tras estas dos construcciones se extienden un valle y unas montañas que recortan el horizonte. La luz que emana el sol poniente, que se proyecta en forma de abanico, adquiere un carácter fantástico, y entra en diálogo con la cruz más próxima al espectador, que genera su propia luz. El dramatismo y teatralización son propios de la obra de Cole, que suele buscar un efecto moralizante. Por otro lado, el carácter inacabado de la pintura nos permite apreciar el dibujo subyacente y la preparación de color naranja que Cole aplicó en la franja inferior de la composición.
CM
Cruz al atardecer comparte con Expulsión. Luna y luz de fuego el mismo sentimiento religioso que irradia toda la pintura de Thomas Cole. Si bien este artista siempre defendió la contemplación directa de la naturaleza para dotar a la pintura de paisaje de un contenido espiritual y moral y cultivó un paisajismo alegórico inscrito dentro de la tradición del romanticismo europeo, con el paso de los años su fervor religioso fue en aumento. En 1844, por la influencia del reverendo Louis L.Noble, fue bautizado por la Iglesia episcopaliana y, a partir de entonces, el padre del paisajismo americano decidió consagrar su trabajo como pintor a la Iglesia y convirtió su estudio en taller y oratorio.
Inmerso en una soledad casi monástica, sólo interrumpida en las ocasiones en que dejaba que su mujer leyera para él, durante sus últimos años Cole trabajó en la serie que denominó La cruz y el mundo. En este conjunto de obras, que dejó inacabadas y que en su mayor parte se encuentran en paradero desconocido, quiso dejar clara su creencia en que la pintura de paisaje era capaz de transmitir los sentimientos morales más profundos. Aunque Cruz al atardecer no pertenece a esta serie, sí refleja el fervor religioso de esas últimas pinturas. La composición está dominada por la presencia de una gran cruz, y en la lejanía, a la izquierda, sobre un paisaje inacabado, se eleva el campanario de un monasterio. Los rayos del sol que comienzan a esconderse tras las montañas del horizonte son los mismos que aparecen en otra obra de Cole pintada dos años antes, Ruinas góticas y puesta de sol. Su fulgor es tratado con tal efecto simbólico y dramático que no ofrece dudas sobre su relación con la luz divina presente en la Creación.
La devoción por el tema de la cruz que asoma en muchas de sus pinturas se ve también reflejada en un poema que escribió Cole un año antes de su muerte y que finalizaba con unos versos muy cercanos a esta pintura:
Brighter and brighter grows the cross
The mountain-tops are gold
And o’er death’s vally far across
The gorgeous light is rolled.
Paloma Alarcó