Retrato de un hombre
Correggio es uno de los grandes decoradores al fresco del siglo XVI. Vasari, en sus Vidas, nos transmite algunos rasgos de la personalidad de este padre responsable que, según parece, tuvo una nutrida prole. De él comenta que era tímido, además de avaro, pues necesitaba ahorrar todo para su familia. En cuanto a su trabajo, escribe que sabía resolver bien cualquier dificultad, como demostró en la cúpula del Duomo de Parma, que manejaba bien los colores, alabando en él la suavidad que sabía dar a las carnes y la gracia en el acabado de sus trabajos. Correggio pudo iniciarse en las artes con un tío suyo, Lorenzo Allegri, o con el pintor Francesco de’Bianchi Ferrari, siendo notorio en sus primeros trabajos el estudio de Andrea Mantegna.
Este retrato que se ha publicado como el de un magistrado perteneció a la colección boloñesa del príncipe Zampieri. Estuvo luego en la colección Somzée de Bruselas, cuando participó en su primera exposición celebrada precisamente en esa capital en el Palais des Expositions, en el año 1887. A continuación, la obra fue vendida, en 1904, con otras piezas de la colección Somzée, pasando de Bruselas a Hamburgo, a la colección del cónsul Von Weber, donde estuvo antes de 1907. El siguiente propietario fue Hans Thyssen-Bornemisza, en cuya colección ingresó en 1928.
La pintura, tradicionalmente, ha estado atribuida a Correggio, hasta que Hymans, en 1897, la circunscribió al Greco. Venturi, en 1928, volvió a incluirla dentro del repertorio de Allegri y consideró el óleo, además, el retrato más antiguo de Correggio. Aunque esta asignación no ha sido unánime, el criterio de Venturi lo compartieron varios críticos, entre ellos Mayer.
Este retrato, muy oscurecido, presenta a un hombre de busto con un rostro de estructura alargada, que la crecida y triangular barba acentúa todavía más. De frente ancha y despejada, pómulos marcados y con una nariz y una boca llenas de personalidad, se consideró durante la primera mitad del siglo XX el retrato de un magistrado o de un estudioso. A ello sin duda contribuyó la vestimenta del personaje, así como la mirada reflexiva que desprende. La luz modela con fuerza este anónimo rostro en el que la pincelada va matizando los distintos tonos de la carnación, donde las gamas rojizas se funden con otras más amarillentas.
En la producción de Correggio, en la que predominan las composiciones religiosas y mitológicas, no abundan los retratos. Entre las imágenes que tiene asignadas se encuentran el Retrato de una dama, en el Ermitage de San Petersburgo, donde la modelo posa sentada ante un paisaje con una frondosa arboleda a la izquierda, y el Retrato de un hombre con un libro, perteneciente a la colección del Castello Sforzesco de Milán. Aquí, los últimos planos se dedican a la linde de un frondoso bosque que sirve de fondo a un hombre, de ropa oscura, con la mirada baja concentrada en el librito que sostiene en una mano. La pintura del Museo Thyssen-Bornemisza se ha fechado a principios de la década de 1520.
Mar Borobia