Conflans
Charles-François Daubigny empezó a interesarse por Conflans Saint-Honorine en 1865. Un cuadro con este tema, fechado en 1868, figura en la Fundación Calouste Gulbenkian de Lisboa; otro similar, procedente de la prestigiosa Colección Bessoneau d'Angers de París, está fechado en 1873.
Conflans Saint-Honorine está situado en la confluencia de los ríos Oise y Sena; la ribera de este último es un motivo predilecto del artista, que la recorre incansablemente a bordo del barco de vapor «Le botin». Este taller ambulante le permite trabajar del natural, técnica que utiliza por esa misma época, Felix Ziem en Venecia y a la que también recurrirá, más adelante, Monet en Argenteuil, con su barco-estudio.
Esta experiencia le permite ejecutar apuntes en diferentes momentos del día, dependiendo del tiempo meteorológico y de la luz que haya.
La interpretación del agua -la del mar, la de los ríos, los arroyos, las charcas, los estanques o los lagos- es un tema predilecto del pintor, particularmente en su interpretación de la naturaleza. Durante sus peregrinaciones, capta los reflejos de la luz y la irisación de ésta sobre el agua, lo que le permite expresar su emoción. En esta obra, el agua del río se hace eco del cielo; la aplicación de la materia a espátula resulta más moderna y produce un efecto más vigoroso que la técnica utilizada por los impresionistas, que diluyen parcialmente la forma mediante la luz.
En 1873, Daubigny expone en el Salon un Efecto de nieve en la campiña de Auvers, cuadro ejecutado a espátula. Inmediatamente se le critica: «La nieve del Sr. Daubigny es un pedazo de escayola extendido con una espátula plana».
El cielo de esta obra es de una modernidad deslumbrante. Las tonalidades grises, resueltos con anchas pinceladas pictóricas, recuerdan las que posteriormente utilizará Albert Lebourg, que trabaja en el ámbito de las exposiciones impresionistas.
El cuadro Ráfaga de viento, de 1872, pintado sobre tabla, marcaba ya, por sus colores y por su técnica, un nuevo rumbo en la obra del artista y anunciaba las hermosas creaciones ejecutadas a orillas del mar, en Villerville, Dieppe, Étaples (Normandía), los paisajes de Holanda y las orillas del Támesis (Gran Bretaña).
La utilización de veladuras sobre tabla facilita todos los matices posibles, consiguiéndose mayor transparencia de la luz; al mismo tiempo, se puede jugar con el color de la madera y aprovechar sus irregularidades. Esta técnica está ausente en los impresionistas, que renunciaron a ella prefiriendo el lienzo, soporte que permite menos sutilezas.
Este cuadro difiere del anterior (Salida de la luna en las riberas del río Oise) por su técnica pictórica, que, superando el Impresionismo, anuncia la abstracción.
Anne Burdin-Hellebranth