Retrato de una mujer con un cigarrillo (Kiki de Montparnasse)
El pintor de origen holandés Kees van Dongen se trasladó a vivir a París en 1897, donde, tras un corto periodo bajo la influencia del impresionismo, se convertiría en uno de los componentes de la bohemia de Montmartre y en uno de los protagonistas de la revolución fauve. Sus inquietudes expresionistas le llevaron además a mantener contactos con los alemanes de Die Brücke y a participar en algunas de sus actividades y exposiciones.
Tras la Gran Guerra, Van Dongen se trasladaría a la rive gauche y se convertiría en el retratista de moda de la sociedad de Montparnasse. En la obra del Museo Thyssen-Bornemisza, la modelo femenina, identificada generalmente como Kiki de Montparnasse, nos muestra esa imagen de mujer sexualmente liberada y artísticamente dotada que la convertiría en verdadero centro de los ambientes artísticos parisienses. «Kiki», el nombre artístico de Alice Ernestine Prin (1901-1953), fue durante los años veinte del pasado siglo la gran musa de Montparnasse, compañera de Man Ray, amiga de Ernest Hemingway y musa de los principales artistas de la denominada Escuela de París, como Gargallo, Moïse Kisling, Foujita, Soutine, Modigliani y Marc Chagall, además de Van Dongen.
Aunque no existe la seguridad de que se trate de un retrato suyo, su parecido con las fotografías que le hizo Man Ray convierte esta hipótesis en casi certeza. Su aspecto moderno, con el pelo corto tan a la moda y su actitud desenfadada, con el cigarrillo entre los labios, mostrando una gran seguridad en sí misma, también responden a la imagen de la modelo. Por otra parte, como ocurre en la mayoría de las obras del pintor, su datación es problemática. Peter Vergo propone fecharla hacia 1922 o 1924, por ser esos años cuando Van Dongen estuvo más próximo al círculo de Kiki.
Pintada con extrema delicadeza con acuarela muy saturada, en esta obra Van Dongen combina el colorido brillante de su época fauvista con la importancia concedida a la línea durante sus comienzos artísticos como ilustrador de La Revue Blanche. El rostro de la bella Kiki, pintado en tonalidades suaves y reducido a unas formas esquemáticas hasta acercarla al estereotipo, destaca en medio del vaporoso cuello de piel de su abrigo color oscuro.
Paloma Alarcó