24 de diciembre: abrimos de 10:00 a 15:00. 25 de diciembre: museo cerrado.

Hacia 1837 Asher B. Durand realizó unas excursiones con Thomas Cole, padre de la Escuela del río Hudson, en las que descubriría una nueva aproximación a la pintura. Los estudios del natural fruto de estos viajes se convertirían en la base de futuras composiciones como Un arroyo en el bosque, que destaca por su minuciosidad y realismo.

Un gran haya de corteza plateada, uno de los árboles preferidos de Durand, flanquea un arroyo atravesado por árboles caídos. Entre ellos una diminuta ardilla y un faisán pasan desapercibidos a primera vista. Las escenas en el interior del bosque, habituales en la obra del pintor, recrean un ambiente íntimo y recogido. El cielo tan sólo aparece allí donde lo permiten las ramas de los árboles y las montañas del horizonte. La ausencia de rastro humano y la grandiosidad con la que la naturaleza es representada responden a la visión de América como un espacio salvaje y virgen. En esta suerte de Paraíso sus habitantes están más próximos a la divinidad gracias a la conexión espiritual con su entorno.

CM

Siglo XIXs. XIX - P. norteamericana. Escuela del río HudsonPinturaÓleolienzo
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