La dama de malva
Como en otras muchas pinturas basadas en sus primeras ilustraciones para libros y revistas, en la composición de La dama de malva Lyonel Feininger recupera un pequeño dibujo titulado La Belle, realizado en 1906 y publicado en 1907 en la revista francesa Le Témoin, con el título L’Impatiente. Aunque repite de forma muy evidente el esquema de aquella obra temprana, en la que aparecía una elegante figura femenina de espaldas paseando por las calles de París con su torso ligeramente vuelto hacia el espectador, en la pintura la imagen se fragmenta y se desestabiliza por la huella que han dejado en Feininger el cubismo y el futurismo y por la influencia de la estructura de sus propias composiciones musicales. En su comentario sobre la obra, Ulrich Luckhardt hace precisamente hincapié en el hecho de que el artista compaginara su labor plástica con su interés por la música, en especial durante el periodo en que ejerció como profesor en la Bauhaus de Weimar, y afirma que «la forma austera de la fuga, sus leyes de voces diferentes, el asunto y el contrapunto que representa, están reflejados de forma muy evidente en las pinturas de Feininger», principalmente en las repeticiones de formas y en la armonía de planos y colores de La dama de malva, contemporánea de su Fuge VI für Orgel in C major.
Como en la mayoría de sus composiciones con figuras humanas, Feininger adopta un punto de vista muy bajo, un truco visual que le permite agrandar al personaje y alargar la altura de los edificios que se elevan hasta el cielo. A este respecto, el artista escribía en 1906: «La más ligera modificación de las proporciones relativas crea una enorme diferencia con respecto a la monumentalidad y a la intensidad de la composición. La monumentalidad no se consigue agrandando las cosas —¡qué infantil!— sino contrastando lo grande y lo pequeño en la misma composición».
Paloma Alarcó