Retrato de una infanta. Catalina de Aragón (?)
Dentro del complejo mosaico de escuelas y artistas regionales que ofrece el panorama peninsular en el siglo XV, encontramos un punto común en la influencia flamenca que muchos de ellos recibieron. Esta influencia llegó a dar lugar a un estilo propio que llenó la segunda mitad del siglo XV y que se conoce con el nombre de hispano flamenco. Dentro de este panorama, los Reyes Católicos desempeñaron, con su gusto personal, un papel significativo en la inclinación artística hacia los patrones realistas procedentes de Flandes. Artistas como Juan de Flandes y Michiel Sittow, ambos al servicio de la Corona, suplieron, a finales de siglo, las necesidades retratísticas de la monarquía española. Los Reyes Católicos, conscientes de la importancia que tenían estas representaciones, las utilizaron en obras religiosas, como la célebre Virgen de los Reyes Católicos, del Museo Nacional del Prado, Madrid, o en otras, como las tablas de Fernando el Católico, del Kunsthistorisches Museum de Viena, e Isabel la Católica, del Palacio del Pardo, Madrid, en las que el contexto religioso ha desaparecido.
Este retrato, atribuido por Friedländer a Juan de Flandes, guarda similitudes con la pareja del Kunsthistorisches Museum de Viena que se identifica con Juana de Castilla y Felipe el Hermoso. Como señaló Elisa Bermejo, los fondos de estas tres representaciones muestran semejanzas de ejecución, manifiestas tanto en el tono empleado como en la distribución de las sombras que los moldean. Es innegable el parecido que existe entre las dos figuras femeninas de Viena y Madrid, que ha sido interpretado como consecuencia lógica de su parentesco. La datación que se ha propuesto para esta tabla es 1496, fecha en la que la infanta Catalina, nacida en 1485, tenía once años. Este dato encaja tanto con la edad representada por la joven como con el estilo de Juan de Flandes a finales del siglo. De todos modos, la identificación no es segura. También se ha propuesto como modelo de este retrato a Juana de Castilla, aunque asimismo con interrogación, y algunos autores prefieren registrar el cuadro simplemente como Retrato de muchacha. Como Catalina de Aragón se ha identificado también, con reservas, un retrato de mano de Michiel Sittow, en el Kunsthistorisches Museum de Viena, donde la joven está representada como una santa por el halo que lleva, pero con unos rasgos que inclinan la representación hacia el género del retrato. Ambas imágenes, la de Sittow y la del Museo Thyssen-Bornemisza, no guardan mucho parecido. Santiago Alcolea ha sugerido la posibilidad de que el retrato del Museo pertenezca a otra de las hijas de los Reyes Católicos, María. Nacida en 1482, contrajo matrimonio con Manuel de Portugal en 1500. Por tanto, en la fecha en que está datada nuestra pintura tenía catorce años. Independientemente de la identidad de esta joven, es evidente que se trata de una de las obras más bellas de Juan de Flandes.
El hecho de que la protagonista sostenga en sus manos un capullo de rosa ha dado lugar a tres lecturas diferentes. Sterling interpretó la rosa como un símbolo de la casa Tudor —Catalina contrajo matrimonio, en 1501, con Arturo, príncipe de Gales—. Elisa Bermejo considera la flor, sin embargo, como un atributo relacionado con la extrema juventud de la retratada. La tercera interpretación asocia la flor a un retrato de esponsales. La fecha de ejecución de la pintura del Museo encajaría con los años en que los Reyes Católicos, con su política matrimonial, se acercaban a Portugal. En este contexto, tendría sentido la hipótesis de que la retratada fuera la infanta María, hija designada por los reyes para contraer nupcias con el monarca portugués. El rostro ovalado de la muchacha está construido con suavidad y se perfila con luces y sombras delicadas que contribuyen a aumentar el volumen. En su cara descubrimos una dulzura ensoñadora llena de serenidad que es típica de las obras de Juan de Flandes. Por lo demás, y como es característico en él, las manos, de las que en este caso sólo se dibujan los dedos pulgar e índice de la derecha, son de elegantes proporciones.
La pintura, que procede de la colección del duque del Infantado, estaba ya en la colección Thyssen-Bornemisza en 1930, fecha en la que participó en la exposición de la Neue Pinakothek de Múnich. En la Universidad de Santa Bárbara, Art Museum, California, se conserva una réplica.
Mar Borobia