Bailarinas en rosa
El cuadro representa un grupo de seis bailarinas durante un entreacto, ante los decorados. Tres de ellas están esbozadas en último término, pero la posición de las que están delante indica claramente que todas están descansando y que han hecho un gran esfuerzo. Efectivamente, la bailarina del primer término que se ajusta la zapatilla se inclina hacia delante, con los brazos colgando, mientras que en segundo plano vemos a otras dos sentadas; una de ellas aprovecha para descansar los pies y la otra para recuperar el aliento.
Rendido, el corps de ballet no produce aquí esa sensación de evasión efímera que desencadena los aplausos de los admiradores. No es por lo tanto la gracia de un ademán lo que Forain capta en esta obra, sino la realidad del espectáculo. Lo que subraya no es la magia del ballet sino el cansancio que agota los miembros.
Sin embargo, el realismo queda atenuado por la luz que acaricia con delicadeza las carnes y que realza los tutús. Una armonía de gasa rosa inunda el cuadro, aportando una nota de ligereza y feminidad al conjunto. La pincelada revoloteante, herencia del Impresionismo, pone de relieve el vaporoso tul y las flores prendidas en el pelo de las bailarinas. El pincel, que avanza con nervio, traza los bastidores del decorado sin detallar sus multicolores motivos vegetales.
Esta obra de madurez pone de manifiesto el profundo conocimiento que el artista tenía del mundo del ballet. Desde sus primeros tiempos, es un asiduo del teatro de la Ópera, no sólo para estudiar los cuerpos en movimiento, sino también para captar los variados efectos de la luz artificial. En este óleo, Forain centra toda su atención en los haces de luz de los proyectores que vienen de la derecha y con ello se declara continuador de Gavarni, Daumier y Degas, a quienes les interesaban igualmente las iluminaciones escénicas.
Aunque la ópera es uno de los temas predilectos de Forain, un número restringido de composiciones suyas abordan el momento en el que acaba de caer el telón, instante en el que el descanso sucede a la tensión. En la mayoría de los casos, las bailarinas de Forain se encuentran entre bastidores o en los camerinos con sus protectores, abonados de la ópera que las mantienen (Entre bastidores, París, Musée du Petit Palais, o Ante el decorado, Memphis, TN, Dixon Gallery Museum). Forain ejerce entonces de moralista y fustiga a los ricos burgueses de frac y sombrero de copa que se aprovechan de la situación para beneficiarse de las jóvenes bailarinas. En la obra que aquí comentamos, los abonados todavía no han aparecido... pero no tardarán en hacerlo.
Florence Valdès-Forain