El columpio
Este lienzo es pareja de la pintura conservada en el Toledo Museum of Art titulada La gallinita ciega (Le Colin-Maillard). Ambos pertenecieron a la colección de barón de Saint-Julien, en París, en cuya almoneda fueron vendidos, en 1784, por quinientas libras. Según parece, las pinturas fueron adquiridas por un marchante, Le Brun, y aparecieron nuevamente en el mercado dos años más tarde, en la almoneda de otro coleccionista, Morel, donde un dealer llamado Joubert abonó por la pareja de lienzos 852 libras; el siguiente propietario que conocemos fue el conde de Sinéty. Más tarde, ambas telas se encuentran en la colección del barón Nathaniel de Rothschild, en Viena, y luego en la del barón Maurice de Rothschild en Pregny. Tras su paso por esta última colección la pareja de pinturas se separó en el comercio de arte americano. Allí, El columpio fue adquirido, en 1956, por el barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza para su colección en Villa Favorita y La gallinita ciega pasó a ser propiedad de Edward Drummond, que en 1954 la donó al Toledo Museum of Art. El columpio ha figurado en los catálogos de la Colección desde la publicación de 1958 a cargo de Rudolf J. Heinemann.
Las dos pinturas aparecieron en la almoneda de la colección de Saint-Julien con unas dimensiones mayores a las que actualmente presentan y que se aproximaban bastante a las de la venta de la colección Morel. Este detalle llevó a Georges Wildenstein a considerar la posibilidad, hoy abandonada, de que existieran dos parejas distintas con los mismos asuntos. La diferencia de medidas ha tratado de explicarse por un error en el catálogo de la almoneda de Saint-Julien, pero también se ha contemplado la posibilidad de que ambas composiciones hubieran sido mutiladas en la zona superior, intervención que pudo suceder entre 1784 y 1786. El objetivo de esta reducción hubiera sido transformar en pinturas de caballete dos paneles decorativos, como sugirió Sutton. La pareja, en un formato más vertical, fue grabada por Jacques- Firmin Beauvarlet, en cuyas estampas se aprecia un desarrollo mayor de las ramas, hojas, troncos y espesura de los árboles, así como del celaje.
El columpio se ha fechado en una etapa temprana de la carrera del artista, antes de su primer viaje a Italia. En este periodo Fragonard entra como aprendiz en el taller de Boucher, participa en 1752 en el concurso para el Prix de Roma y pasa tres años en la célebre École Royale des Elèves Protégés, dirigida por Van Loo, a la que accede en 1753 y que deja para trasladarse a Roma, donde está entre 1756 y 1761. En ese momento se produce un cambio sustancial en su estilo, que empezó a acusar un decorativismo mayor. El óleo del Museo, pese a la juventud del artista, contiene ingredientes con los que años más tarde alcanzaría el éxito y la popularidad, como son el tema y el enfoque circunscrito, en este caso, al juego de unos niños en el bosque. El entorno que Fragonard ha elegido para estos cuatro personajes es una arboleda frondosa cuya vegetación lo llena y lo cubre todo. El amor y el interés por la naturaleza, con la que el pintor invade el espacio de sus composiciones, captada con una vigorosa personalidad, llegó a su obra un poco más tarde, en sus dibujos italianos. En El columpio, las figuras, los movimientos y los gestos, así como el color y la forma de aplicarlos, crean una imagen cargada de vitalidad, donde la niña que se balancea con ímpetu en el aire es un modelo precioso de dinamismo por el juego de diagonales. Su energía se extiende de un modo muy natural al joven que mira con perplejidad a la muchacha, así como a los dos niños que protege con su cuerpo. La pincelada es fluida y los colores acusan una luminosidad típica del pintor. En esta tela se ha visto un buen precedente para una de sus obras más célebres: El columpio de la colección Wallace de Londres, que perteneció, como nuestra obra, al barón de Saint-Julien y que se fecha casi a finales de la década de 1760.
Mar Borobia