Retrato de joven dama
Siempre se ha dicho que el siglo de Luis XV se encarna típicamente en el arte de Boucher y Fragonard. Boucher era pintor oficial del rey. Fragonard, una generación más joven, vivió hasta conocer la época de Napoleón. Se formó con Chardin, Boucher y Carle van Loo, trabajó durante cinco años en Italia y desarrolló un arte muy versátil; ejecutó algunos cuadros académicos de historia en sus años juveniles, escenas pastorales y de género al estilo de Boucher, paisajes, cuadros de figuras, escenas galantes, de la vida familiar y de tipo intimista, decoraciones de grandes dimensiones para Mme. du Barry y otras personas, y algunos retratos. Tan variados como sus temas son sus fuentes de inspiración y sus recursos técnicos. Sus maestros, la tradición de los precursores de los rubenistas franceses, Rembrandt, Rubens y los maestros holandeses, contribuyeron a la formación de su expresión artística.
Su contribución más brillante y personal a la historia de la pintura francesa son sus cuadros de figura de medio cuerpo y el brío con que maneja la técnica; todo ello se pone de manifiesto en este delicioso Retrato de joven dama. El núcleo de estos cuadros de figura está compuesto por un grupo de catorce hombres y mujeres pintado entre 1767 y 1772 (ocho de los cuales se conservan en el Louvre; los demás están dispersos). No cabe duda de que se ejecutaron del natural, aunque sólo unos cuantos se han podido identificar con personajes conocidos. Sin embargo todos ellos tienen el aspecto de ser figuras de invención y no retratos de encargo.
El Retrato de joven dama seguramente representa a una modelo específica, pero tiene la frescura de una figura de género. El personaje aparece en una postura relajada y ágil, exenta de toda rigidez, sentada en una silla verde. El rostro y el escote están pintados en tonos luminosos, brillantes, levemente sombreados por la izquierda mediante un resplandor rojizo y una zona azulada mínimamente más fría. Se han subrayado los ojos y la boca. La piel contrasta con la tonalidad más apagada del resto. Como sucede siempre con Fragonard, la pincelada, viva y transparente, resulta visible, más densa en las tonalidades carnosas, más escueta en las zonas circundantes. El resultado de esta postura tan natural y de la frescura del tratamiento es la presencia espontánea de la figura. La magistral utilización de luces y sombras conduce en último término tanto a Rubens como a Rembrandt.
El retrato de esta joven es algo más pequeño y menos dinámico en su frontalidad que la serie de catorce cuadros de figura, pero no cabe duda de que, por su tipo y tratamiento, pertenece a la misma época; Wildenstein lo fecha en 1772, Cuzin en «¿1770-1772?», Rosenberg hacia 1772. Su ejecución se parece concretamente al retrato de Guimard del grupo más numeroso (Louvre). También tiene semejanzas con varios retratos de menores dimensiones de niñas y jóvenes de la misma época, como por ejemplo Mujer leyendo una carta, colección particular, y Mujer escribiendo una carta, Cincinnati; pero la apacible postura y la ausencia de acción o de atributos, como una carta o un perro, convierten esta obra en un ejemplo particularmente sereno del arte de Fragonard.
El cuadro comparte su procedencia con otra imagen del mismo tamaño que representa a una joven de medio cuerpo, con la cabeza inclinada. En consonancia con una práctica muy antigua y divulgada, es probable que ambas obras se concibieran como pareja de figuras comparables con las mismas proporciones internas pero posturas ligeramente contrastadas. En el lienzo que aquí comentamos, la joven se ve ligeramente desde la izquierda, en tanto que la de la obra que hace pareja se la ve un poco desde la derecha y tiene la cabeza inclinada, lo que le confiere un aspecto más pensativo. Aparte de esta complementariedad, las dos obras no suponen una dualidad de tipo o expresión. Las dos cabezas se han identificado en ocasiones con famosas actrices de aquella época: ésta con Mlle. Duthé, una famosa bailarina de la Ópera de París, o incluso con Mlle. Colombe (una actriz a la que el pintor no conoció hasta 1777), y la pareja con Mlle. Guimard, la bailarina más famosa, pero estas identificaciones no resultan convincentes.
Marcel Roethlisberger