Jarrón con flores y dos manojos de espárragos
Jan Fyt se inició en la pintura con el pintor Hans van den Berch, continuando su formación con el especialista en animales y bodegones Frans Snyders, en cuyo taller permaneció aproximadamente hasta 1631. Como otros pintores, amplió su formación en París, entre 1633 y 1634, y en Italia, trabajando en Venecia y en Roma y visitando, como cuentan otras fuentes documentales, Nápoles y Florencia; regresó a Flandes, por motivos familiares, en 1641. Jan Fyt se especializó, siguiendo los pasos de su maestro, en naturalezas muertas. Sus bodegones de caza, con animales vivos o muertos, organizados junto con enseres, objetos, frutas u hortalizas, se encuentran entre lo mejor de su extensa producción, a la que hay que añadir, casi al final de su vida, los bodegones con frutas y los floreros, apartado en el que se inscribe precisamente este óleo. Fyt desarrolló un estilo propio en el que su pincelada fue evolucionando hacia formas cada vez más sueltas y libres, y en el que no descuidó la textura de los distintos elementos seleccionados para sus cuadros, en los que resultan especialmente llamativos el pelaje de las liebres, conejos y perros, así como el plumaje de las aves.
Esta tela se ha fechado en su etapa de madurez, hacia 1650, y en ella combina las flores con las verduras. Fyt eligió como motivo para su óleo, donde predominan los verdes y pardos usados en el fondo y en la encimera, un sobrio jarrón de cristal con leñosas ramas de hortensias blancas, rosas, tulipanes y dos manojos de espárragos. La gama cromática es reducida, y en ella el pintor juega con pocos pigmentos con los que consigue una gran variedad de tonos y matices en una composición llena de naturalidad. Es el caso del blanco, limpio y brillante, con el que construye los diminutos pétalos de las hortensias y los tallos y puntas de algunos espárragos, de los verdes presentes también en esta verdura y en las tres variedades de hojas del florero y que contrastan con los toques cálidos que en esta gama fría aportan los aterciopelados pétalos de las rosas o los carmines de los tulipanes.
Los espárragos, un artículo de lujo en el mercado, no fueron un motivo recurrente en la pintura de bodegones. Sin embargo, algunos ejemplos se encuentran en la obra del maestro de Fyt, Snyders, como en El puesto de fruta y verdura de la Alte Pinakothek de Múnich, donde emergen, en un cesto, entre distintas vainas y una coliflor, o en la pintura de Adriaen van Nieuladt titulada Una cocina, en el Herzog-Anton-Ulrich Museum de Braunschweig, donde coronan una de las fuentes, también entre vainas y otros frutos. Dentro de la producción de Fyt existen otras obras donde empleó los espárragos, como el óleo conservado en el Ermitage de San Petersburgo.
Gaskell1 ha mencionado una pintura con la que este lienzo guarda un gran paralelismo y que perteneció a una colección privada de Amberes. Esta composición, en la que se han sustituido los espárragos por uvas, es bastante similar, especialmente el jarrón y sus variedades de rosas y hortensias, detalle este que llevó a suponer al historiador que ambas telas pudieron haber compartido el mismo boceto.
Mar Borobia