Vista de la Opera y la Calle Unter den Linden, Berlín
Vista de la Ópera y del Unter den Linden, Berlín, pintada por Eduard Gaertner en 1845, es una de las vistas más hermosas de Berlín que este artista realizó en la segunda etapa de su carrera artística. Muestra el centro de gravedad de la vida espiritual y social de la capital -el teatro de la Ópera (hoy Staatsoper)- bañado por la cálida luz de un atardecer de finales de verano. El teatro atrae la mirada del espectador por su imponente columnata situada en el centro de la composición.
El edificio de la Ópera, diseñado por el arquitecto Georg Wenzelhaus von Knobelsdorff, fue construido entre 1741 y 1743, con la idea de que marcase el comienzo del «Forum Fridericianum», monumental complejo proyectado por Federico el Grande, rey de Prusia, para que pudiera verse desde su palacio (obra de Andreas Schlüter). La Ópera es el único edificio que se erigió según este proyecto. A la izquierda se alza la estatua del general Von Blücher, realizada por el escultor berlinés Christian Daniel Rauch en 1826, y que originalmente estuvo colocada en el Prinzessinenpalais. Detrás de la Ópera se levanta un edificio rígidamente cúbico, que es el palacio berlinés del príncipe Enrique, futuro emperador Guillermo I, construido por Carl Ferdinand Langhans entre 1834 y 1837. Aquí es donde empieza el bulevar Unter den Linden, con sus cuatro hileras de tilos (en alemán «Linden») que dan su nombre a la avenida; ésta termina en Pariser Platz, ante la Puerta de Brandemburgo. A ambos lados de este espléndido bulevar se levantaban las casas más hermosas de la ciudad, los cafés y los comercios más lujosos. Los edificios que se ven a la derecha del cuadro son, en primer lugar, el palacio del príncipe Enrique, construido por Johann Boumann, hoy sede de la Universidad Humboldt; por detrás de éste se vislumbra la silueta de la antigua Academia de Bellas Artes.
A Eduard Gaertner se le tiene por uno de los más destacados artistas berlineses de mediados del siglo XIX y por el principal representante del paisajismo urbano de la ciudad -género que tiene una historia peculiar en esta capital-. Gaertner, como la mayoría de sus colegas, se formó inicialmente como pintor de porcelanas en la Real Fábrica de Porcelana de Berlín (KPM). Allí se dio cuenta de que el rey Federico Guillermo III tenía en muy alta estima las vistas de sus castillos y otros reales sitios que Gaertner pintaba en los jarrones o vajillas con los que el rey obsequiaba a sus más distinguidos huéspedes en las visitas oficiales. En 1821 Gaertner pasó a formar parte del equipo de pintores de los hermanos Gropius, que fabricaban las piezas diseñadas por Karl Friedrich Schinkel. A partir de 1824-1825, Gaertner se independizó y, durante las cinco décadas siguientes, pintó numerosas vistas del centro de Berlín, que había sido notablemente reformado por Schinkel. Hasta el fallecimiento de Federico Guillermo III, su principal mecenas y protector, las vistas de Gaertner se caracterizan por su cuidado y preciso propósito descriptivo. Los edificios están intensamente iluminados y sus obras de Berlín, Moscú y San Petersburgo tienen acertados efectos de claroscuro. Estas vistas, que todavía nos resultan muy modernas, forman parte de la historia del arte berlinés en la primera mitad del siglo XIX, dominado por la arquitectura y la escultura. En 1840 asciende al trono de Prusia Federico Guillermo IV. Más atraído por los movimientos idealistas y románticos que su predecesor, su mecenazgo artístico imprime una nueva dirección a la pintura berlinesa, exigiendo mayor atención al color y una iluminación más efectista. A partir de la década de 1840 se advierte este cambio en la producción del propio Gaertner, aunque jamás renunció a su sello personal, la reproducción con minucioso detalle de vistas urbanas.
Vista de la Ópera y del Unter den Linden, Berlín, de la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza es un buen ejemplo de la segunda etapa de Gaertner. Su escrupulosa y objetiva reproducción del detalle se combina con una composición decididamente más teatral, en la que pone de manifiesto su sensibilidad ante los juegos de luz. Al igual que muchas otras de sus obras, este cuadro está relacionado con un importante acontecimiento: durante la noche del 18 al 19 de noviembre de 1843 se produjo un incendio en la Ópera que lo arrasó todo, no quedando en pie más que los muros exteriores del edificio. Su reconstrucción se inició casi inmediatamente, pudiéndose abrir de nuevo sus puertas en diciembre de 1844. Gaertner pone en juego su maestría para ofrecernos la escena del nuevo y resplandeciente teatro de la Ópera.
Sybille Gramlich