Hoguera junto a una ría
Existen ciertos cuadros que conforman enseguida el registro predominante en la oeuvre de un artista en un momento determinado de su carrera. Otros -raros y singulares, por llamarlos de algún modo- tocan una nota diferente dentro del registro generalmente aceptado: son obras excéntricas y anticonformistas. Las ideas que nos hemos ido formando sobre el trabajo que Gauguin desarrolló en Pont-Aven en el año 1886 -su primera visita a Bretaña- se han centrado ante todo sobre un conjunto de paisajes que el artista pintó de esta población cuya «impronta bretona» no ha sido exagerada impropiamente. Un ambiente incorrupto y pastoral puede ser tomado erróneamente por un idilio rural, especialmente cuando, al introducir figuras, Gauguin nos lo presenta poblado por muchachas de Pont-Aven pintorescamente vestidas con los atuendos nativos.
Esta extraña y casi malévola pintura lleva un título más bien engañoso. El elemento paisajístico no proclama inmediata e inequívocamente su origen de Pont-Aven. Una ladera de colina desciende suavemente hacia la ribera de una ría, en donde pueden distinguirse los mástiles de dos veleros y vislumbrarse la lejana orilla, así como un retazo de cielo. Todos los protagonistas de este enigmático drama, que desde luego no son las muchachas bretonas que visten los atavíos locales, son actores del sexo masculino, hombres cuyas gorras, al menos en tres casos, parecen denotar que son aduaneros que se congregan en torno al misterioso fuego que arde no lejos de la ribera del río. En una secuencia de cinco páginas consecutivas que formaba parte de un cuaderno de notas que Gauguin utilizaba en Bretaña en el año 1886, podían verse dibujos muy esquemáticos que representaban aduaneros, otras figuras masculinas y un bosquejo compositivo apenas esbozado. Varias de estas figuras ejecutadas apresuradamente reaparecen en el lienzo que se expone. La morfología impresionista adaptada de la pincelada y la articulación cromática constituyen un ejemplo típico del estilo que Gauguin desarrolló durante los tres meses que duró su estancia en Pont-Aven. A este respecto la pintura colma nuestras expectativas. Lo que temáticamente era aberrante (¿un caso de contrabando?) resulta ser algo estilísticamente conformista.
Ronald Pickvance