Desnudo tumbado de espaldas
El dibujo fue para Giacometti no sólo la base para toda su producción artística, sino un modo de expresión en sí mismo. Como le comentaba en una carta a su amigo el marchante Pierre Matisse, siempre dibujó incansablemente y copió numerosas esculturas, «ya desde años atrás, dibujaba mucho y pintaba. Junto a los dibujos del natural o realizados a partir de ilustraciones, copiaba a menudo cuadros y reproducciones de esculturas». Jacques Dupin escribía al respecto que Giacometti «copiando lo que ve (como su padre le enseñó desde su más tierna infancia) espera dar consistencia a la realidad que le huye, aprender a verla, a retenerla, por tanto a afirmarse él mismo ante ella».
Este Desnudo tumbado de espaldas, de la colección del Museo Thyssen-Bornemisza, fechado en 1959, reproduce un modelo clásico de la pintura, que puede referirse tanto a la Venus del espejo de Velázquez como a los desnudos de Matisse. En esta figura, las curvas anatómicas han sido nítidamente modeladas con ese grafismo propio de un escultor que quiere dejar claros los volúmenes. Con la multiplicación y nerviosismo del trazo, el artista confina para siempre sobre la superficie del papel lo que capta su mirada. La sugerencia de perspectiva, con tan sólo unos escuetos trazos, es también una nota reveladora de la intención de crear volumen y de subrayar que la figura ocupa un lugar en el espacio.
Paloma Alarcó