Prisión
Prisión, un lienzo de gran formato, fue realizado en 1927 por Tatiana Glebova para la Casa de la Prensa en San Petersburgo, entonces Leningrado. Formaba parte de un panel doble con otra composición titulada Gente pobre, de la pintora Alisa Poret. En el reverso de una fotografía de la obra, la pintora escribió un certificado sobre su autoría y explicó que cuando la Casa de la Prensa se trasladó a un edificio más pequeño el lienzo fue devuelto a sus autoras, quienes decidieron cortarlo por la mitad y quedarse cada una con su parte.
A pesar de la existencia de este documento autógrafo y de una fotografía de la artista posando junto al lienzo en su estudio de Leningrado, durante años la obra fue atribuida al pintor Pável Filónov. El motivo de este error se debe sin duda a las similitudes estilísticas de Glebova con el que fuera su maestro, una figura central de las vanguardias rusas, olvidado durante décadas y redescubierto a finales del siglo pasado. El inconfundible arte analítico de Filónov, con un lenguaje artístico de pinceladas microscópicas y sutilísimas capas de color, mediante el cual creaba un mundo de fantasía plagado de seres pétreos y formas fantasmales, fue seguido por muchos de sus discípulos. Como señalan John Bowlt y Nicoletta Misler, Filónov y sus seguidores consolidaron su estilo pictórico a través de la suma de varias fuentes, entre las que señalaban «la estricta práctica académica, su interés por el simbolismo [...], el neo-primitivismo y, más significativamente, la recuperación del Renacimiento del norte de Europa». Filónov les inculcaba la necesidad de dominar el oficio y les enseñaba a valorar a los pintores rusos del siglo XIX, así como la precisión técnica de Cranach o Durero y el mundo alegórico de El Bosco. Glebova formó parte del grupo MAI (Mastera Analyticheskogo Iskusstva, Maestros del Arte Analítico), creado por los jóvenes artistas en torno a Filónov, con quienes expuso en varias ocasiones y colaboró en diversas escenografías teatrales y operísticas.
En Prisión, del que existe un dibujo preparatorio, la pintora nos presenta un mundo de orientaciones múltiples, a través de diversos puntos de vista interconectados, y nos muestra varias cabezas con la musculatura a la vista, como si quisiera descubrirnos el interminable proceso de su crecimiento. Glebova creía devotamente en las teorías de Filónov sobre la «floración universal» y, como él, consideraba que la pintura debería reflejar un proceso de crecimiento del mundo similar al de las plantas, según el cual continuaba permanentemente activo como un ser independiente.
Paloma Alarcó