Retrato de Fernando VII
Este retrato de Fernando VII entró en la colección en 1935 y figura en sus catálogos desde 1937. Previamente a su adquisición, la pintura había sido publicada por Mayer en un artículo monográfico dedicado al pintor en la revista Pantheon, siendo objeto, dos años más tarde, por parte del mismo crítico, de un informe destinado a sus nuevos propietarios. En ese texto, un poco antes de la compra de la tela, se comentaban detalles estilísticos y se abordaba la autoría de la pintura. Esta imagen del monarca español se conoce desde 1910, cuando se presentó en la exposición organizada por el Ayuntamiento de Barcelona; la tela pertenecía a Francisco de Goya de Sáenz. En 1929, de nuevo en Barcelona, se exhibió en la Exposición Internacional Arte en España, en cuyo catálogo figuraban como prestadores los Sres. Riva y García.
El lienzo se inscribe dentro de un grupo de pinturas con el mismo motivo atribuido al pintor y fechado tras acabar la Guerra de la Independencia en 1814. El conjunto no fue un encargo hecho directamente por Fernando VII, sino que, con toda probabilidad, fue solicitado por los responsables de determinados organismos públicos e instituciones provinciales para que la imagen del monarca presidiera sus respectivas sedes. El rey, en estas representaciones, de cuerpo entero o de busto, aparece siempre con el mismo gesto, mirando de frente, con el rostro de tres cuartos variándose los fondos y la indumentaria. El monarca posó para el pintor en 1808, con motivo del retrato ecuestre que se conserva en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. La similitud entre el retrato de la Academia y algunas de estas pinturas ha llevado a pensar que tal vez se utilizó para todos el mismo boceto, aunque, en alguna ocasión, también se ha mencionado, como fuente, un dibujo conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid donde el rey mira hacia la izquierda y se le representa más joven.
El lienzo del Museo Thyssen-Bornemisza guarda similitudes, en cuanto al modelo, con el retrato de cuerpo entero del Museo Nacional del Prado, de 1814-1815. No obstante, la versión del Museo Thyssen-Bornemisza resulta más simplificada en todos sus detalles, especialmente en la indumentaria y en la técnica. Con la misma disposición para la cabeza, que se enmarca con el cuello alto de la camisa, el rey viste con sus atributos de poder y luce el toisón de oro que cuelga en la pintura del Museo de un collar más sencillo; asimismo se aprecia en él una factura menos pictórica y más lineal, que queda en evidencia en el tratamiento del cabello. El monarca también lleva la banda de Carlos III y, en esta ocasión, en vez de permanecer de pie, está sentado delante de una mesa, cuya superficie ocupa el ángulo inferior derecho; del asiento sólo se dibuja el respaldo dorado.
Fotografías antiguas de la pintura muestran algunos daños, especialmente pérdidas de pintura en la capa roja del monarca, próximas al ángulo inferior izquierdo, así como pequeñas faltas en el rostro.
Mar Borobia