Paisaje con Tobías y el arcángel Rafael
Giovanni Francesco Grimaldi llegó a Roma procedente de Bolonia hacia 1626. A lo largo de su carrera cultivó sobre todo la pintura al fresco, dejando hermosas composiciones, muchas de ellas con sugestivos paisajes, en palacios de familias como los Borghese o los Pamphilj. Entre sus conjuntos más destacados se encuentran el del palacio Santacroce ai Catinari en Roma, 1640-1641, con episodios del Antiguo Testamento inscritos en amplios escenarios naturales, el de la Villa Pamphilj, donde dejó un ciclo dedicado a Hércules, 1645-1647, y el del palacio Muti-Papazzurri, 1660-1680. Francesco Grimaldi también trabajó en París, entre 1649 y 1651, en la residencia del cardenal Mazarino y en el palacio del Louvre. Frente a estas decoraciones, ejecutadas sobre muro, son pocas las pinturas de caballete que se conocen y que se han asignado al artista.
La historia de Tobías está recogida en el Antiguo Testamento. Tobías, hijo de Tobit, viajó de Nínive a Ragués, en Media, para recuperar una deuda de diez talentos que su padre tenía pendiente con un hombre llamado Gabael. A Tobías lo acompañaron en este viaje un mozo, que era el arcángel Rafael, y un perro. Cuando llegaron a orillas del río Tigris, Tobías fue a bañarse, saliendo del agua en ese momento un pez que quería devorarle. Entonces Rafael le dijo a Tobías que lo agarrara; éste lo sacó del agua y a continuación, siguiendo la sugerencia del mentor y acompañante, lo descuartizó, separando el corazón, el hígado y la hiel. El corazón y el hígado del pez sirvieron para romper el maleficio que existía sobre Sara, su futura mujer, y la hiel para curar la ceguera de su padre.
Grimaldi ha representado a Tobías y al arcángel en el ángulo inferior derecho de su lienzo, justo cuando el muchacho, atento a las palabras de su compañero de viaje, ha abierto el vientre del pez. Rafael, que en la historia bíblica muestra su naturaleza divina a su regreso a Nínive, está representado aquí con sus alas y con un báculo. En el resto de la tela se desarrolla un gran paisaje con dos escenas secundarias de difícil conexión con el asunto que da título a la pintura. La vista, que sirve de marco al tema y que parece el motivo principal del óleo, abarca una amplia superficie a las orillas de un río con una cascada en el centro de la composición y una frondosa ribera a la izquierda. Grimaldi busca la profundidad alternando distintas secuencias y elementos, como son los cinco grupos de figuras que, desde el primer plano, con Tobías y el ángel, nos van adentrando en el paisaje y que sirven de enlace con motivos distantes como la cascada y, un poco más allá, la torre, las montañas y el celaje.
La concepción general de este paisaje, como comentó Roberto Contini, es característica del pintor. Este historiador mencionó el parecido entre Tobías y su homónimo en un cobre de Domenichino conservado en la National Gallery de Londres. Los paralelismos compositivos de nuestra tela son también evidentes con la pintura de Grimaldi, conservada en la Hunterian Collection de Glasgow, donde repitió el tema. El óleo forma parte de la colección Thyssen-Bornemisza desde 1977.
Mara Borobia