Tema musical nº2 (Preludios y fugas de Bach)
Marsden Hartley fue uno de los pioneros del modernismo norteamericano. En 1909 expuso por primera vez en la galería 291 de Alfred Stieglitz, quien le puso en relación con los círculos vanguardistas neoyorquinos y, a partir de 1912, financió sus viajes a Europa. En el viejo continente entabló amistad con Gertrude Stein y descubrió el cubismo así como el expresionismo alemán, que lo cautivó por su forma de expresar emociones. De la asimilación de estas dos corrientes Hartley consolidará el que sería su estilo personal, en el que se aglutinan la estructuración espacial del cubismo sintético con las fórmulas coloristas del expresionismo.
En este Tema musical n.º 2 (Preludios y fugas de Bach), una de sus primeras obras realizadas en la capital francesa, Hartley da muestra de la influencia de la pintura de Cézanne, que descubrió a su llegada a París, y del cubismo de Picasso, en especial de La mesa del arquitecto, de 1912, que colgaba en el salón de los Stein. Por otra parte, las referencias a la música de esta pintura están en relación tanto con composiciones de temas musicales de Braque como con las ideas misticistas de Kandinsky, en especial con sus teorías sobre la sinestesia. Al estudio de los escritos de Kandinsky, en especial Sobre lo espiritual en el arte, Townsend Ludington añade el descubrimiento por parte de Hartley de las obras de Henri Bergson y de los místicos Eckhart, Tauler, Suso y Ruysbroeck, que lo ayudaron a fraguar su pensamiento.
Por si quedara alguna duda sobre su intención de crear un lenguaje visual que lograra despertar emociones similares a las producidas por la música, Hartley escribe en la parte inferior de la composición «BACH / PRELUDES ET FUGUES». En su monografía sobre el pintor, Bruce Robertson habla de la universalidad que entonces había adquirido la aproximación entre música y pintura y menciona otras dos obras dedicadas a Bach también ejecutadas en 1912, el Hommage à J. S. Bach de Georges Braque y Composición de color (Homenaje a Bach) de August Macke. En diciembre de 1912 Hartley escribe a Stieglitz que había conocido en París a un pintor de Múnich que también estaba trabajando en los principios musicales de la pintura y que había elogiado su obra como «la primera en expresar el misticismo puro de esta nueva tendencia moderna».Como apunta Gail Levin, no es difícil imaginar que se trataba de August Macke, que en octubre de 1912 visitó en París a su amigo Robert Delaunay.
En la mencionada carta a Stieglitz, Hartley define claramente el camino que va a seguir a partir de entonces su pintura: «Estoy ganando terreno muy rápidamente en esta pluralidad de expresiones y cada vez me veo más cerca de mi propia naturaleza y de mis propios ideales. No tiene nada que ver con nada de lo de aquí. No se parece a Picasso, no se parece a Kandinsky, no se parece a ningún “cubismo”. Se trata de lo que denomino de forma más acertada cubismo subliminal o cubismo cósmico. Te sorprenderá. He realizado esto antes de viajar a Londres como resultado de una inspiración espiritual y estoy convencido de que se trata de mi vocabulario más real y verdadero. Combina un sentido múltiple de la forma con mi propio sentido del color, que considero que nunca ha necesitado ser estimulado».
Paloma Alarcó