El pintor norteamericano Martin Johnson Heade fue en sus comienzos retratista y se dedicó tardíamente a la pintura de paisaje. Durante sus años de formación viajó por Europa durante tres años. Este primer Grand Tour marcó el inicio de una vida ambulante que mantendría durante toda su existencia. Entre 1840 y 1859 vivió en Filadelfia, Nueva York, San Luis, Chicago, Trenton y Providence.

El segundo viaje a Europa, al final de la década de 1840, motivó un cambio en su estilo, que derivó hacia una pintura de género más sofisticada. Hacia 1859 se instaló en Nueva York; allí contactó con algunos paisajistas como Frederic E. Church, que sería su gran amigo de por vida, y comenzó a pintar paisajes. A pesar de que expuso en varias ocasiones en la National Academy of Design, nunca llegó a ser miembro, y tampoco participó de forma especial en el mundo artístico neoyorquino.

Su estilo maduro, de gran precisión y luminosidad e influido por la obra de Fitz Henry Lane, a quien posiblemente conoció, fue bautizado posteriormente como luminismo. Los numerosos paisajes de la calma y esplendor de la atmósfera de las marismas son las composiciones que más fama le han proporcionado. A Heade, estos campos pantanosos le brindaban la oportunidad de plasmar los cambios climáticos y lumínicos.

Animado quizás por su amigo Church, entre 1860 y 1870 Heade viajó en tres ocasiones a América Central y del Sur (Brasil, Colombia, Panamá y Jamaica). En estos viajes, además de paisajes, pintó flores y pájaros exóticos. De la combinación de estos motivos, salieron sus originales naturalezas muertas de orquídeas y colibríes sobre fondos de paisajes tropicales que han sido reconocidas como la parte más original de su obra.

En 1883, con sesenta y cuatro años, se casó y se trasladó a Saint Augustine, en Florida, donde siguió pintando las flores tropicales del lugar. Allí moriría años después completamente olvidado por el mundo artístico.

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