Retrato de una dama hilando
Maerten van Heemskerck fue un pintor, diseñador de grabados y dibujante, activo durante el siglo XVI. Viajó a Italia donde pudo estudiar los frescos de Rafael y Miguel Ángel, cuyo influjo se refleja en las obras que realizó posteriormente. También realizó dibujos de esculturas, ruinas clásicas y vistas de ciudades y su obra alcanzó una gran difusión gracias a los grabados. Este retrato de una joven hilando es una de las mejores obras de su primera época, aunque no es la única en su producción que aborda este tema. En algunos casos la mujer se muestra acompañada de un joven o de un niño que le ofrece vino o una manzana para tentarla, ante lo que ella permanece impasible, encarnando así a la mujer virtuosa. En esta tabla, la dama aparece en primer plano ocupando toda la superficie del cuadro. Llama la atención la elaborada rueca con la que trabaja y su indumentaria, con pocos y sobrios colores, que destacan por contraste con la austeridad de la habitación en la que se instala la figura. Los únicos elementos que ornamentan la estancia son una cesta de labor, una devanadera de madejas y un escudo colgados de la pared. Se ha intentado identificar a la retratada con la esposa de un miembro del Concejo de Haarlem, ciudad donde residió el pintor, así como con algún miembro de las familias importantes de la ciudad, aunque sin éxito.
Durante el siglo XVI la pintura en los Países Bajos experimentó una transformación en el curso de la cual se fueron abandonando los esquemas piadosos e intimistas de los primitivos flamencos, cuya estética había llenado brillantemente el siglo XV. Al igual que otros centros artísticos, Flandes importó, en esta centuria, patrones renacentistas italianos, y la pintura fue incorporando gradualmente motivos de la nueva corriente estética. Dentro de este panorama, hubo artistas que lograron conciliar las aportaciones italianas con sus esquemas tradicionales, mientras que otros, al añadir a sus obras lo más epidérmico del nuevo estilo, dieron lugar a una corriente original.
Este retrato fue adquirido por el barón Hans Heinrich Thyssen- Bornemisza en 1970. Con anterioridad había pertenecido a la colección del Earl of Caledon, County Tyrone, en Irlanda del Norte, donde estaba por 1915. De allí pasó a Pinakos, Nueva York, y a Londres, a Agnew´s Gallery, último propietario hasta formar parte de la colección atesorada en Villa Favorita, Lugano.
Heemskerck trabajó con Jan van Scorel, pintor que había visitado Italia y estudiado la obra de Rafael, Miguel Ángel y los venecianos. El influjo de su maestro sobre Heemskerck fue profundo en esa etapa, lo que explica que nuestra pintura estuviera en un principio atribuida a Scorel. Fechada generalmente hacia 1531, antes del viaje del pintor a Italia, el óleo ha sido comparado con el de Anna Codde, en el Rijksmuseum de Amsterdam, datado en 1529 y en el que Heemskerck figuró también a su retratada hilando en un interior. En esta tabla el artista situó en primer plano una delicada y artística rueca en cuyo manejo está atareada la mujer. El entorno es un sobrio interior de paredes desnudas, donde cuelga, al fondo, un cestillo de labor del que asoman unas tijeras, y a la izquierda una devanadera de madejas. La figura está tratada con volumetría y plasticidad, y tanto su rostro como sus manos se modelan con una viva luz. Van Heemskerck ha utilizado en la construcción de esta mujer pocos colores, que cubren grandes superficies de su indumentaria, como es el caso del blanco, empleado para unas generosas mangas, la cofia y la camisa, el verde del delantal y el negro del corpiño, que contrasta con su forro rojo. La riqueza y el detalle que el pintor desarrolla tanto en la figura como en el objeto en el que está trabajando la mujer, así como en las texturas de los distintos materiales, contrastan intensamente con el desnudo interior.
Se ha pensado que la pintura pudo formar pareja con una segunda tabla en la que estaría representado el esposo de la dama, siguiendo el mismo modelo que el artista estableció para su célebre retrato de Anna Codde, que tiene como pareja el de su marido, Peter Bicker. El hecho de que se haya representado a la mujer trabajando en un interior doméstico como una virtuosa ama de casa se ha relacionado con el proverbio titulado «Elogio de la mujer fuerte», en el que se ensalzan las virtudes de la buena esposa. La imagen de la mujer con su rueca hilando fue una referencia recurrente en el arte holandés, para resaltar la honestidad y castidad de las esposas frente a las tentaciones. Es en esta línea en la que hay que interpretar un grabado del Musée du Louvre en el que un niño, sentado en el suelo, ofrece una manzana, símbolo del pecado original, a una dama concentrada en una rueca que no le presta ninguna atención. Más evidente resulta esta simbología en el cuadro de Pieter Pietersz. del Rijksmuseum de Amsterdam, fechado hacia 1570, en el que una muchacha, con el huso y la devanadera, hace caso omiso del joven sentado a su lado que intenta seducirla ofreciéndole una jarra de vino. Esta joven, imperturbable ante los halagos y atenciones del caballero dirige una mirada grave al espectador.
Se ha intentado identificar al personaje de esta tabla con la mujer de Pieter Jan Foppeszoon, miembro del Concejo de Haarlem, que está representada en un retrato familiar con su marido y sus hijos, pero la propuesta no ha tenido éxito. El escudo que aparece al fondo a la derecha, así como la elegante y cuidada indumentaria de la dama, con delicados detalles como los botones, el cuello de la camisa y los remates de los cordones en la cintura, han llevado a pensar que podría tratarse de un miembro de las hacendadas familias Van Dordt, Van Voerst o Van Voorst. La pintura se ha considerado una de las obras más monumentales y armoniosas de la primera etapa de Heemskerck.
Mar Borobia