Waverly Oaks
El pintor naturalista Winslow Homer, que también experimentó con el impresionismo, se convirtió en uno de los cronistas visuales más importantes de la guerra civil norteamericana (1861-1865). En sus obras retrató la vida de los soldados durante el conflicto, así como la de aquellos que permanecieron en la retaguardia.
En Waverly Oaks dos mujeres pasean entre imponentes robles. Este lugar cercano a Boston se convirtió en un destino habitual para los habitantes de la ciudad y algunos artistas. Las figuras femeninas e infantiles en ésta y otras escenas del periodo acentúan la ausencia de los hombres, destinados al frente. Debido a la falta de detalles y a su carácter abocetado, algunos críticos consideraron que la obra estaba inacabada y que tan sólo se trataba de un estudio. Esta escena de sotobosque recoge la influencia de los paisajistas franceses de la Escuela de Barbizon, con cuya obra Homer se familiarizó en Boston y posteriormente en Francia.
CM
La carrera de pintor del hasta entonces ilustrador Winslow Homer comenzó cuando en 1859 se trasladó de Boston a Nueva York. En esta incipiente metrópoli estudió pintura de caballete con el pintor de paisajes y escenas de género de origen francés Frederic Rondel en la National Academy of Design. Waverly Oaks, del Museo Thyssen-Bornemisza, fechada en 1864, es representativa de esta primera etapa en la que Winslow Homer empezó a pintar escenas de la naturaleza con un estilo enteramente personal y se mostró interesado por el estudio de la figura humana y su relación con el paisaje.
El parque Waverly Oaks, famoso por sus robles centenarios, estaba situado entre las localidades de Waltham y Belmont, cercanas a Boston, y a mediados del siglo XIX comenzó a ser frecuentado por los amantes de la naturaleza y algunos pintores al aire libre. En el centro de la composición de esta pintura de pequeño formato pero de escala monumental, aparecen dos mujeres, elegantemente vestidas, paseando por el parque. Si bien, como ocurría en otra obra suya de ese mismo año, Las iniciales, la disposición de estas dos pequeñas figuras en medio de las acusadas verticales de los troncos de los árboles podría dar a entender que están siendo dominadas por la naturaleza, Homer otorga tal presencia a sus personajes que adoptan una monumentalidad independiente de la dimensión que adquieran dentro del cuadro. Por otra parte, como apunta Lucretia H. Giese, estas composiciones, fechadas un año antes de finalizar la guerra civil, simbolizan la ausencia de los combatientes a través de la soledad femenina.
Aunque Homer no viajaría a París hasta un año después de finalizar Waverly Oaks, las similitudes con las escenas sous bois de Corot y la influencia de los pintores de la Escuela de Barbizon y de la incipiente pintura impresionista se hacen muy evidentes. Es muy revelador que, cuando Waverly Oaks se expuso por primera vez en la Samuel P.Avery Gallery de Nueva York en 1866, sorprendió por su espontaneidad con respecto al detallismo de sus contemporáneos de la Escuela del río Hudson.Un crítico de The Nation escribía sobre Homer: «Tres de sus pinturas pueden visitarse en la galería del Sr. Avery en Broadway. Las tres son muy abocetadas, pintadas rápidamente con amplias pinceladas».
A pesar de las buenas críticas, la pintura no se vendió. Katherine Manthorne, citando a Goodrich y basándose en la carta enviada por Homer desde París a Charles Vorhees, en la que le ofrecía Waverly Oaks por cien dólares, deducía que su amigo la había adquirido poco después. En el reciente catálogo razonado de la obra del pintor se aclara que la obra que finalmente compró Vorhees fue Una partida de croquet y que Waverly Oaks permaneció en paradero desconocido varias décadas.
Paloma Alarcó