El violinista alegre con un vaso de vino
Gerrit van Honthorst fue uno de los pintores que llevaron el estilo de Caravaggio a los Países Bajos del Norte siendo, además, el miembro de la escuela de Utrecht con más proyección internacional. Honthorst viajó a Roma en una fecha temprana, hacia 1610-1615, y está documentado de vuelta en Utrecht en julio de 1620. En Italia, donde tuvo protección y recibió numerosos encargos, estudió tanto la pintura de Caravaggio como la de los Carracci. Sus escenas nocturnas, respecto a las que no se descarta que hubiera podido conocer ejemplos de los Bassano y de Luca Cambiaso con este tipo de iluminación, le valieron el apodo de «Gherardo delle Notti».
Precisamente el tema de este lienzo es de origen italiano y enlaza con la pintura de un seguidor de Caravaggio, Bartolomeo Manfredi. Fechado en los primeros años de su regreso a Utrecht, el óleo recoge la transformación que su pintura experimentó durante esta década. En él vemos cómo la luz, focal de sus primeras composiciones se torna más homogénea, bañando la superficie con una disposición más igualada. El foco de luz colocado en esta tela a la izquierda incide suavemente iluminando el fondo y con más fuerza en zonas de la figura como el hombro desnudo, el brazo con el que alza el vaso de vino, así como gran parte de su rostro. Esta luz crea hermosos contraluces, especialmente en la mano abierta del primer plano y en el violín que sostiene con fuerza bajo el brazo.
Si la iluminación es uno de los factores que imprime fuerza al óleo, no lo es menos el tratamiento que Honthorst da al personaje, cuya felicidad se capta en una radiante mirada que atrae la atención del espectador. El pintor no ha descuidado en su construcción ningún detalle de su anónimo modelo, que no duda en presentarlo con la nariz y las mejillas fuertemente enrojecidas, al igual que los dedos con los que tan sutilmente alza el vaso.
Este músico, vestido con ropa de teatro y con un llamativo gorro de plumas, se ha relacionado, por fecha y tema, con otro conservado en el Rijksmuseum de Amsterdam, de 1623, donde la figura lleva telas atractivas y un sombrero similar al nuestro.
Judson pensó que este tipo de figuras podrían ser alegorías de los sentidos, representando, en el caso que nos ocupa, el gusto. Gaskell, al acercarse a estos temas, llamó la atención sobre algunos lienzos de temática similar al nuestro que hacían pareja con figuras femeninas; en ellos, siguiendo a este crítico, se establece un diálogo de gestos no exento de connotaciones sexuales.
El Violinista alegre con un vaso de vino perteneció a varias colecciones vienesas durante el siglo XIX. Apareció en el mercado de arte francés a mediados del siglo XX, en la galería parisina Heim, donde al parecer fue adquirido por Earl C. Townsed Jr. para su colección en Indianápolis. La pintura entró en la colección Thyssen-Bornemisza en 1986.
Mar Borobia