Retrato de una mujer de la familia Reuss
Wolf Huber nació en Feldkirck hacia 1485, miembro de una familia de artistas se vinculó a las tendencias renacentistas italianas preconizadas por otros pintores alemanes como Durero o Altdorfer.
Esta tabla muestra a una mujer de medio cuerpo con la cabeza envuelta en una toca blanca. Su rostro, de mirada reflexiva, se modela con realismo, va vestida de oscuro, desprovista de adornos, con remates de piel en el cuello, codos y puños. Ensimismada en sus pensamientos, esconde sus manos en las mangas, en cuyos dedos posiblemente llevase alguna sortija que quizás facilitaría algún dato adicional sobre su identidad. Retratada en la esquina de una estancia con dos vanos que dejan ver a la derecha el tronco desnudo de un árbol y una ciudad entre montañas, así como un peñasco a la izquierda. El artista perfila bien los rasgos del rostro mientras utiliza una técnica de pincelada suelta y diluida en el gráfico paisaje del fondo. Esta mujer se ha identificado como un miembro de la familia Reuss gracias a un blasón situado en el reverso del cuadro (una leyenda con un león y un unicornio coronado con un yelmo), donde también aparece una fecha de difícil lectura, especialmente sus últimos dos números, que se ha interpretado “1524”, supuesta fecha de realización del cuadro.
MGA
La historia de este plástico retrato, que perteneció al conde Edmund Attems, se puede rastrear en los catálogos de la Colección desde 1934, año en el que fue adquirido. Publicado por vez primera en 1903, mientras permanecía en la colección del aristócrata de Graz, se asignó a un miembro de la escuela del Danubio, dadas las características del sugestivo paisaje del fondo. Fue Max J. Friedländer, en 1935, atendiendo a una consulta hecha desde Villa Favorita cuya carta de contestación se conserva en el archivo del Museo, quien catalogó la pintura como una obra de Wolf Huber. Esta atribución ha sido unánimemente aceptada, pese al escaso número de retratos asignados al pintor.
Wolf Huber pudo haberse formado en el taller familiar, aunque también en esos años de estudio se ha mencionado un viaje, sin documentar, al Alto Rin y al norte de Italia, que explicaría las influencias y avances renacentistas que el pintor introduce en sus trabajos. Huber coloca a su modelo en la esquina de un interior que se abre a un paisaje a través de dos vanos asimétricos. La mujer, de más de medio cuerpo, desprovista de adornos, viste un exquisito abrigo que remata con unas amplias solapas de piel, material que también se ha usado para ribetear las mangas. Ensimismada en sus pensamientos, esconde sus manos, en cuyos dedos posiblemente llevase alguna sortija que nos facilitaría algún dato adicional sobre su identidad. Huber utiliza una gama cromática restringida, juega con los pardos del traje, el muro y el paisaje, y concentra las gamas más claras en el rostro, la toca y la piel del abrigo, y los tonos más saturados en la vista exterior. El artista perfila los rasgos del rostro y utiliza una técnica de pincelada suelta y diluida en el gráfico paisaje del fondo.
La pintura lleva al reverso un escudo que se ha identificado con el de la familia Reuss: un unicornio coronado con un yelmo y un león, y rodeado por motivos vegetales. Alrededor se dibuja un rollo con una leyenda en latín, «El ocio marchita la virtud», y una fecha cuyos dos últimos dígitos resultan de difícil lectura.
El retrato se ha comparado con otros dos fechados por el artista en 1526: el de Anton Hundertpfund, en la National Gallery de Dublín, y el de su esposa, Margarete, en la John G. Johnson Collection de Filadelfia. Ambas figuras tienen como fondo un muro de ladrillo similar al de nuestro óleo, pero lo que deja ver a través de sus huecos es el cielo.
Se ha pensado que esta tabla pudo haber sido diseñada como un retrato aislado o como el ala izquierda de un díptico, aunque en ese caso, como indica Lübbeke, la mujer hubiera ocupado el lugar de honor, tradicionalmente destinado al esposo. De ser un díptico, la imagen que se contemplaría con el conjunto cerrado sería la del escudo del reverso.
Mar Borobia