Mujer de un pescador oteando el horizonte sobre una duna
Antes de que Jozef Israëls llegara a ser uno de los más sobresalientes artistas de proyección internacional de los Países Bajos, ya tenía a sus espaldas una larga carrera. Después de haber trabajado en el taller del retratista y pintor histórico Jan Adam Kruseman (1804-1862), y más tarde en la Real Academia de Amsterdam, Israëls se marchó a París para proseguir su formación en el taller de F. E. Picor (1786-1868) y en la Escuela de Bellas Artes.
Al iniciar su carrera como artista, Israëls pintaba sobre todo cuadros históricos y obras de temas literarios. Pero no siempre eran bien recibidos, por lo que, siguiendo las huellas de algunos predecesores alemanes e ingleses, pasó a dedicarse a la especialidad que le llevó a adquirir fama internacional: los pescadores.
La visita que realizó en 1855 a la playa de Zandvoort, le inspiró para representar las alegrías y los sufrimientos de los pescadores locales. En los años siguientes aparecieron escenas realistas con referencias sentimentales, como Visita a la tumba de la madre, en la que vemos a un pescador con sus dos hijos frente a la tumba de su mujer. Israëls también supo plasmar el motivo de las muchachas y mujeres subidas a las dunas, oteando el mar a la espera de sus seres amados, hermanos, padres o hijos. Este motivo es común en la literatura y remite a la antigua historia mitológica en la que Ariadna, la hija del rey de Creta espera en vano en la playa a que vuelva su amado Teseo.
Desde 1857, Israëls pintó innumerables variaciones sobre el tema, con títulos como A la espera, Vuelta a casa, Oteando el horizonte o Esperando. Varían el número de personajes y sus ocupaciones. Muchas de las mujeres aparecen remendando redes, otras están haciendo punto, zurciendo o blanqueando la ropa. Israëls empleaba técnicas variadas: se conocen versiones al óleo, y otras a la acuarela, al aguafuerte y a lápiz. El estilo de la pintura que se presenta aquí difiere considerablemente de las versiones anteriores, más detalladas y pintadas con un colorido cálido. La soltura de la mano y el sobrio empleo de los tonos nos indican que este lienzo data de alrededor del cambio de siglo.
En el transcurso de estos cincuenta años se produjeron numerosos cambios. El pintor trasladó su lugar de trabajo de Zandvoort a Katwijk y Scheveningen, y él mismo se mudó a La Haya, ciudad que había llegado a ser un importante centro artístico. En su taller del Koninginnegracht, el artista hizo construir un rincón que reproducía el interior de una casa de pescadores para poder así trabajar con modelos.
La reacción del público ante las mujeres de pescadores en las dunas también experimentó un cambio importante; mientras que la primera versión de Esperando fue criticada en el Salón de Bruselas y en la Exposición de Maestros Vivos de Amsterdam como una aberración del maestro, las últimas versiones gozaron de una gran aceptación, tanto nacional como internacional. Israëls, que apenas pudo satisfacer la demanda desde que alcanzó fama internacional en la década de los setenta, empezó a pintar, además de su obra de tema libre, obras menores de factura rápida y temas populares, realizadas exclusivamente para su venta. Además de niños jugando en la playa -con barquitas hechas de zuecos- y de costureras en el interior de una casita de pescadores, las mujeres esperando, subidas a las dunas, siguieron formando parte de la temática más utilizada. Jozef Israëls llegó a identificarse tanto con el motivo de la mujer del pescador, que el famoso caricaturista Albert Hahn, al fallecer Israëls, le dedicó una viñeta en la que aparece el propio artista subido a una duna, mientras escudriña la inmensa superficie del mar.
Marjan van Heteren