Bodegón con porcelana y copa nautilo
El bodegón, conjunto de comestibles, objetos o seres inanimados, fue uno de los géneros pictóricos que consiguió su autonomía en el siglo XVII. La referencia a los primitivos flamencos resulta obligada cuando se buscan antecedentes para este tipo de representaciones. Los utensilios seleccionados por estos artistas como elementos accesorios en la representación de una escena religiosa, pintados de forma realista y ejecutados con gran minuciosidad, llegaron a constituir en algunas de sus composiciones pequeñas naturalezas muertas que se insertaron con espontaneidad en las escenas. También se encuentran antecedentes para la independencia del género en composiciones ilusionistas de los siglos XV y XVI, aunque en este último siglo descubrimos ya en Italia modelos más que notables, como por ejemplo Cesta con frutos de Caravaggio, fechada a finales de la centuria.
Los bodegones, aunque pueden ser interpretados como referencias al bienestar o a la riqueza, esconden, en ocasiones, una simbología religiosa, así como alusiones a los sentidos, a lo pasajero de la vida, a la sensualidad o a la muerte. El nacimiento del bodegón como género pictórico se ha vinculado al nuevo orden social, económico y religioso que se produjo en los países del norte a partir de finales del siglo XVI.
Willem Kalf compuso este bodegón con un esquema triangular cuya base se sitúa en el borde de la mesa y su vértice en la boca de la estrecha y alargada copa de vino que asoma detrás de la concha nautilo. El pintor, en esta ocasión, ha elegido objetos, como un pequeño reloj de bolsillo, al que ha añadido la llave con la que se le da cuerda sujeta con una cinta roja, una copa de vino blanco con pie decorado y una bandeja de plata de bordes cincelados sobre la que ha colocado una fuente china, azul y blanca, de la dinastía Ming. Las frutas, tres melocotones y una naranja con flores de azahar y algunas hojas, junto con el limón a medio pelar, contrastan con la concha nacarada del nautilo y el cristal de las dos copas que enmarca esta pieza de orfebrería. Completan la suntuosa selección un cuchillo con el mango de ágata a la izquierda, una alfombra oriental plegada a la derecha y pequeñas pepitas de uvas diseminadas por la esquina de la mesa de mármol y por la bandeja de plata.
Muchos de estos objetos se repiten en la pintura de Kalf. Concretamente en un lienzo conservado en Estrasburgo encontramos de nuevo la fuente con la fruta, la copa de vino blanco y el cuchillo de ágata; en otro del Metropolitan Museum of Art de Nueva York, fechado en 1659, aparecen la alfombra oriental, la fuente china y la bandeja con las copas de vino blanco y tinto; y en un cuadro perdido, que perteneció a la Gemäldegalerie de Berlín, entre otros objetos se recogían el reloj, la bandeja de plata y el frutero chino.
En cuanto a la simbología que pueda emanar de estas piezas, se ha mencionado el paso del tiempo por la presencia del reloj abierto en el ángulo izquierdo de la mesa, así como la fugacidad de la vida por las pepitas, los restos de frutas y el vaso roto. Sam Segal analizó el significado de otros elementos de la composición, como la relación limón-reloj y su posible alusión a la moderación.
Mar Borobia