Miembro de la segunda generación de pintores de la Escuela del río Hudson, John Frederick Kensett era hijo de un grabador inglés emigrado a América. Se formó con su padre, comenzó a trabajar en el oficio en New Haven y en Nueva York y fue introduciendo paulatinamente el tema paisajístico en sus grabados. En 1840, tras decidir dedicarse en exclusiva a la pintura, viajó a Europa con John Casilear, Asher B. Durand y Thomas P. Rossiter. En su largo recorrido visitó Inglaterra, Francia, Alemania, Suiza e Italia, y en 1847 volvió a Estados Unidos para instalarse en Nueva York. Desde entonces se dedicó a pintar paisajes cercanos a esta ciudad, y especialmente los de la costa de Newport y el lago George.

Poco tiempo después de regresar de Europa, Kensett ya había consiguió hacerse un nombre dentro de los círculos artísticos y pronto fue elegido miembro de la National Academy. Tuvo una vida muy activa dentro de los ambientes artísticos y académicos: formó parte del selecto Century Club, en el que conoció a gran número de personas relacionadas con el mundo del arte y la literatura y participó en la comisión nacional que debía asesorar sobre la decoración del Capitolio. En 1870 también colaboró en la creación del Metropolitan Museum of Art.

La obra temprana de Kensett reflejaba la influencia de Thomas Cole y de pintores ingleses como John Constable. Posteriormente su estilo pictórico fue simplificándose, contagiado por la obra de su amigo Durand y por el luminismo de la época. Esta tendencia a la reducción fue una de las constantes de su evolución artística y, a comienzos de la década de 1870, sus composiciones se convirtieron en simples franjas de color que dividían tierra, mar y cielo.

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