Pescador de truchas
Tras la construcción en 1824 de un hotel turístico, el Catskill Mountain House, en Pine Orchard, y tras el histórico viaje de Thomas Cole aguas arriba del río Hudson al año siguiente, los montes Catskill, situados al norte del estado de Nueva York, empezaron a atraer a turistas y artistas. Los pintores, además de rendir homenaje en sus lienzos a aquellos paisajes recién descubiertos, desempeñaron un papel fundamental a la hora de abrir caminos que condujeran hacia los distintos ámbitos de la belleza. John F. Kensett y John W. Casilear pintaron en Haines Falls y en Kaaterskill Clove, en los montes Catskill, en el verano de 1849; pero como observaba un comentarista, dedicaban parte de su tiempo a construir escaleras y senderos «gracias a los cuales la portentosa garganta resultara más fácil de explorar». Kensett regresó a la zona en 1851 con el escritor George W. Curtis. El libro de viajes de éste, Lotus-Eating: A Summer Book, ilustrado por Kensett, se publicó al año siguiente, lo que popularizó todavía más este destino turístico. Curtis comentó la fidelidad con la que el estilo de Kensett reflejaba el lugar: «una masa de rocas cubiertas de musgo o un bosquecillo bien dibujado con una línea de montañas al fondo» recordaba «la poética exactitud y los típicos temas del artista», y podía designarse como «un Kensett».
El cuadro Pescador de truchas posiblemente esté basado en alguno de los apuntes que el artista ejecutó por aquella época. Benjamin Champney, otro artista que solía acompañar a Kensett cuando salía a dibujar, también se percató de la peculiar calidad de los interiores de bosques de Kensett. Los deslumbrantes bocetos que había realizado en los Catskills, observaba Champney, «eran una maravilla de composición y de color. Nadie conseguía captar como él el resplandor de la luz en lo más profundo del bosque cuando ésta se posa sobre un peñasco cubierto de musgo o sobre la arrugada corteza de un árbol. Pintaba aquellos estudios de tonos plateados con sumo cuidado, pero también con una interpretación libre y poética de lo que sentía, pues tenía un auténtico sentido poético». Sin embargo, la composición de Pescador de truchas también muestra influencias de Asher B. Durand. Ambos artistas habían viajado juntos por Europa y en 1849 y 1850 habían ido también juntos a hacer apuntes al norte del estado de Nueva York. Kensett, además de adoptar el formato vertical de Durand para su paisaje, en el que los árboles forman un arco que recuerda la nave de una catedral, incluye un abedul, sello inconfundible de las escenas de bosque de Durand, que se destaca en primer término.
La pesca de la trucha fue un tema popular en el arte americano de mediados del siglo XIX, tanto en el grabado como en la pintura. Fue objeto de múltiples litografías a cargo de Currier & Ives, entre ellas Río de truchas, que dibujó el artista más destacado de la empresa, Frances F. Palmer, una escena de pesca en los montes Catskills que salió a la venta el mismo año que el cuadro de Kensett. Worthington Whittredge también pintó, como Kensett, una serie de lienzos con un arroyo truchero en los Catskill. Los pintores del siglo XIX, desde Thomas Doughty hasta George Inness y Winslow Homer, incluyeron en su repertorio de paisajes el río truchero y el pescador. El propio Kensett realizó varias versiones más del tema, entre ellas Río de truchas y paisaje, que tal vez sea este mismo cuadro y que se vendió a finales de 1852 a Peter A. Porter por 100 dólares.
Kenneth W. Maddox