Bodegón con dado, 1923, 22
1923
Acuarela, tiza y tinta sobre Papel adherido a cartulina.
27 x 38 cm
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid
Nº INV.
621
(1963.5
)
No expuesta
Paul Klee recortó muchas de sus obras en fragmentos, que reutilizaba, invertía o unía a otros trozos convirtiéndolas de inmediato en composiciones completamente nuevas. Bodegón con dado es un buen ejemplo de esta manipulación, pues se trata de un fragmento de Teatro de marionetas, una acuarela vertical de gran formato.
La composición, que como su propio nombre indica representa una naturaleza muerta abstractizada, demuestra el interés del pintor por las teorías del color y sus gradaciones y por la creación de equivalencias entre las gamas cromáticas y las notas musicales, influido por los escritos de Goethe, Runge y Delacroix. Klee había descubierto el color en 1914 durante su revelador viaje a Túnez junto a su amigo August Macke. Ambos artistas, que habían estado relacionados con Der Blaue Reiter y habían pasado una fase de admiración por Kandinsky, compartían su mutua amistad con Delaunay, que les había despertado el interés por las leyes y las posibilidades del color. Ahora bien, mientras que Macke había sido siempre un gran colorista, Klee, sin embargo, no. Procedía del mundo de la ilustración gráfica y el color que descubrió en su viaje a África proporcionó a su arte la parte esencial que le faltaba.
Klee pintó esta acuarela durante el periodo de mayor vinculación con la Bauhaus de Weimar, posiblemente el momento más fructífero de su carrera artística. Sus enseñanzas, como su propia pintura, basadas en el estudio de la naturaleza, habían alcanzado una significativa influencia y su fama empezó a propagarse internacionalmente. En sus lecciones sobre el color y la forma, dejaba claro su rechazo por las nociones tradicionales sobre la realidad en favor de un enfoque metafísico de la percepción. En su Confesión creadora escribía: «Hoy en día representamos la realidad que hay detrás de las cosas visibles, por tanto expresamos nuestra creencia de que el mundo visible es un mero caso aislado en relación al universo ya que existen muchas otras realidades latentes».
Paloma Alarcó
La composición, que como su propio nombre indica representa una naturaleza muerta abstractizada, demuestra el interés del pintor por las teorías del color y sus gradaciones y por la creación de equivalencias entre las gamas cromáticas y las notas musicales, influido por los escritos de Goethe, Runge y Delacroix. Klee había descubierto el color en 1914 durante su revelador viaje a Túnez junto a su amigo August Macke. Ambos artistas, que habían estado relacionados con Der Blaue Reiter y habían pasado una fase de admiración por Kandinsky, compartían su mutua amistad con Delaunay, que les había despertado el interés por las leyes y las posibilidades del color. Ahora bien, mientras que Macke había sido siempre un gran colorista, Klee, sin embargo, no. Procedía del mundo de la ilustración gráfica y el color que descubrió en su viaje a África proporcionó a su arte la parte esencial que le faltaba.
Klee pintó esta acuarela durante el periodo de mayor vinculación con la Bauhaus de Weimar, posiblemente el momento más fructífero de su carrera artística. Sus enseñanzas, como su propia pintura, basadas en el estudio de la naturaleza, habían alcanzado una significativa influencia y su fama empezó a propagarse internacionalmente. En sus lecciones sobre el color y la forma, dejaba claro su rechazo por las nociones tradicionales sobre la realidad en favor de un enfoque metafísico de la percepción. En su Confesión creadora escribía: «Hoy en día representamos la realidad que hay detrás de las cosas visibles, por tanto expresamos nuestra creencia de que el mundo visible es un mero caso aislado en relación al universo ya que existen muchas otras realidades latentes».
Paloma Alarcó