Retrato de Max Schmidt
Oskar Kokoschka comenzó a pintar retratos en su juventud de forma autodidacta. Esta galería de personajes constituye una inigualable representación pictórica de la intelectualidad y la alta burguesía vienesa y una de las aportaciones más originales a la historia del retrato moderno. Desde un primer momento, el joven artista aplicó a este género su personal fórmula de representación de la psicología humana, según la cual el parecido físico se subordinaba a la captación de los sentimientos del modelo. Como él mismo confesaba en su diario, «a partir del rostro, del juego de expresiones y de gestos, trataba de intuir la verdad sobre una persona recreando con mi propio lenguaje pictórico lo que sobreviviría en el recuerdo».
El retrato de Max Schmidt —perteneciente a la colección permanente del Museo— era el fragmento central del Triple retrato de los hermanos Schmidt, cortado en tres partes en los años cincuenta del siglo pasado. El retrato de Carl Leo pertenece a la colección Carmen Thyssen- Bornemisza, y el de Hugo se ha dado por desaparecido. Los hermanos Schmidt eran propietarios de la casa de decoración Friedrich Otto Schmidt, fundada en Viena en 1854 y que todavía existe. A comienzos del siglo XX, esta compañía, que fabricaba a mano sus muebles con una gran perfección técnica, contaba entre sus clientes con algunos componentes de la familia imperial y destacados miembros de la aristocracia y de la alta burguesía vienesa. El arquitecto vienés Adolf Loos, el principal mentor de Kokoschka en sus comienzos artísticos, colaboraba en ocasiones como asesor y diseñador de esta firma, y, como apunta Peter Vergo, fue él quien consiguió el encargo del retrato en 1911.
El cuadro original se ejecutó en dos fases diferentes y cada uno de los tres personajes fue pintado por separado. Los retratos abocetados de Carl Leo (derecha) y Hugo (izquierda), fechados en 1911, se realizaron el mismo día, por la mañana y por la tarde, según testimonian las inscripciones bajo los retratados:«Vormittag» (mañana) y «Nachmittag» (tarde), pero, por algún motivo desconocido, se abandonaron sin terminar. El retrato de Max, el único terminado, se pintó tres años más tarde, el 20 de marzo de 1914, como reza la inscripción bajo el personaje.
Kokoschka ya había realizado retratos dobles, entre los que destaca sin duda el de Hans y Erika Tietze, pero nunca antes había acometido un lienzo con tres personajes retratados. En el retrato del matrimonio Tietze, Kokoschka había resuelto el problema de la comunicación entre la pareja a través de un diálogo entre las manos, pero esta solución era mucho más complicada si se trataba de tres. Como se observa en la fotografía del cuadro en su estado original, Kokoschka quería destacar el personaje central, que resalta contundentemente entre sus dos hermanos, quienes, un tanto retirados, dirigen sus miradas hacia él. Desgraciadamente, a causa de la mutilación del cuadro, el diálogo de gestos que el artista introdujo entre los tres personajes y la variación de lenguajes estilísticos empleados en cada uno para diferenciar las personalidades de los hermanos se han perdido para siempre.
En el retrato de Max se percibe claramente una evolución en el estilo pictórico de Kokoschka bajo la influencia de los maestros del pasado. Durante su viaje a Venecia junto a Alma Mahler en 1913, el pintor quedó impresionado por la pintura veneciana, en especial la de Tiziano y Tintoretto. Su huella se manifestará en la utilización de una técnica más libre y en la iluminación más teatral de los retratos inmediatamente posteriores. También en estos momentos se hace evidente una cierta similitud con El Greco, que estaba siendo rescatado del olvido por aquel entonces por el historiador alemán Julius Meier-Graefe.
Max Schmidt (1861-1935), el propietario de la firma, destacó por su capacidad como hombre de negocios y consiguió convertir Friedrich Otto Schmidt en una de las casas de diseño más importantes de Viena. Fue un hombre de mente abierta y también un importante coleccionista y mecenas de las artes, lo que le llevó a conservar el triple retrato en su colección hasta su muerte. En 1962, fecha en la que se expuso en la retrospectiva del artista en la Tate Gallery, el retrato se encontraba en Hamburgo, en la colección del profesor Edgar Horstmann y aún seguía en su poder en 1966, cuando se presentó en las exposiciones de Zurich y Karlsruhe. Fue vendido en Hamburgo en 1979 por Hauswedell & Nolte a la Galerie Beyeler de Basilea, que, a su vez, lo vendió en 1982 al barón Thyssen-Bornemisza. Desde 1993 pertenece a la colección permanente del Museo Thyssen-Bornemisza.
Paloma Alarcó