Puesta de sol en Pont-Aven (Muchacho delante del mar)
En los primeros años de su carrera y hasta 1892 aproximadamente, Lebasque no pinta prácticamente más que retratos de su familia de oscuras tonalidades, a excepción de su colaboración en la ejecución de los paneles decorativos del Panteón, tarea para la cual lo contrata M. Humbert.
Cuando Lebasque empieza a pintar, por fin se ha reconocido y se valora el Impresionismo. Los artistas están pendientes de los principios del Neoimpresionismo, que aparece públicamente por primera vez en 1886.
Lebasque, algo indeciso aunque deseoso de apartarse de las enseñanzas recibidas, no se atreve a rechazar de pleno lo que ha aprendido con León Bonnat; los lienzos que pinta darán testimonio durante algún tiempo de la evolución que se va a producir en su arte.
Además, durante toda su vida Lebasque se mantendrá al margen del afán por analizar el detalle; su manera de pintar dependerá mucho más de los lugares y del ambiente en el que se encuentre que de determinadas influencias o técnicas.
A menudo se ha comparado a Lebasque con Bonnard, seguramente debido a la similitud de los temas que ambos artistas abordan; se ha dicho que le influyeron los fauves, y ello sencillamente porque expuso junto a ellos en el Salon d'Automne, en cuya fundación además participó.
En cuanto al estallido de vivos colores en su arte, hay que buscar su origen más en su descubrimiento de la luz del sur de Francia que en la influencia de Matisse, Rouault o Manguin, aunque tuviera amistad con este último.
Así, a partir de 1892 se advierten ya en Lebasque intentos de liberación. Paulatinamente sus ojos se abren al espectáculo de la luz y el artista aborda la década de 1890 antes guiado por la intuición que siguiendo un método científico.
Lebasque ejecuta este cuadro de 1894 titulado Puesta de sol en Pont-Aven (Muchacho delante del mar) a principios de ese período bisagra durante el cual se desmarca al mismo tiempo de las enseñanzas de Bonnat y del Puntillismo.
En 1894 hace apenas un año que el pintor conoce a Luce y a Signac, hecho que explica que en la obra se advierta incipientemente la influencia neoimpresionista en el agua y en el cielo así como en los tonos irisados del agua, aunque ya se advierte una gran serenidad y sosiego, lo que supone una notable diferencia con respecto a las creaciones de Luce del período de Charleroi.
Inmediatamente después Lebasque empieza a pintar de forma intuitiva, aunque cultiva sus dotes naturales con asiduidad durante toda su vida, sin caer en los temas tristes ni en las tonalidades sombrías.
Su talento se pone especialmente de manifiesto cuando incluye en sus paisajes uno o varios personajes, que de hecho se convierten en el tema principal del lienzo. La presencia del muchacho, a contraluz, en esta obra de 1894, anuncia ya sus futuros cuadros, en los que casi siempre aparecen sus hijas y su hijo. En 1894 su hija mayor, Marta, todavía no ha nacido, pero en cuanto viene al mundo sus cuadros adquieren tonalidades mucho más claras; ejemplo de ello es el retrato de Madame Lebasque sentada en un jardín con Marta recién nacida en el regazo; o también las obras y en particular los paisajes que pinta a partir de 1897, año de su estancia en Lannion, en los que aparecen mujeres bretonas o miembros de su familia: éstos nos permiten constatar el camino que Lebasque ha recorrido en pocos años a partir del momento en que se libera de todo imperativo académico.
Denise Bazetoux