Niño y niña en una calle de pueblo
En el verano de 1897, Liebermann realizó varios estudios en la pequeña localidad holandesa de Laren como preparación para su obra Camino de la escuela en Laren. Erich Hancke, su amigo y biógrafo, describe así el lugar: «Este pueblo resulta poco común, incluso para lo que es habitual en Holanda. No queda lejos del Zuiderzee, a unas dos horas de camino a pie, está en medio de la campiña llana y sus primitivas casas de madera quedan hasta tal punto ocultas entre jardines y bajo las múltiples hileras de olmos de las avenidas, que el conjunto en su totalidad casi parece un bosquecillo. Los hombres que lo habitan también tienen un aspecto particular y las muchachas llaman la atención por la delicadeza de sus cutis blancos como de porcelana».
La niña que aparece en este dibujo al pastel lleva indumentaria de colegiala: un traje marrón con delantal rojo, medias oscuras y zuecos de madera. Es evidente que está posando para el pintor junto a su hermano pequeño. Su seriedad y actitud contenida se explican tanto por el hecho de estar siendo retratados, como por su condición de escolares. Estos niños están encuadrados en un entorno muy cuidado; al fondo se distingue una casa y mujeres charlando, vestidas con los trajes típicos del lugar. En una foto de un periódico de 1899 que muestra el taller de Liebermann en Berlín se distingue una versión más pequeña de este dibujo, hoy perdida.
Tras su formación en Weimar, Liebermann marchó a París. Le interesaba la escuela de pintura de Barbizon, sobre todo François Millet. Pero éste, tras la guerra franco-germana, no volvió a hablar con ningún alemán y, además, murió al poco tiempo, con lo que Liebermann no encontró la vía de acceso adecuada.
Sin embargo, en Holanda se sintió de inmediato como en casa: el paisaje amplio bajo un cielo profundo, casi siempre muy poblado de nubes, la gente cordial, la ordenada vida en común, todo estaba en perfecta consonancia con su manera de ser. En el año 1876 inicia, con una larga temporada de estudios, sus numerosos viajes a Holanda, que continuaron con una periodicidad casi anual hasta la Primera Guerra Mundial. En 1884, durante el viaje de bodas del matrimonio Liebermann, su amigo el pintor judío holandés Jozef Israëls los condujo por primera vez al pequeño pueblo de artistas de Laren. En 1886, el pintor Jan Veth le hizo reparar en las hilaturas de lino de la localidad, dando pie a la realización de una obra monumental, fundamental dentro de la producción de Liebermann, el Depósito de lino en Laren (Berlín, Nationalgalerie).
En las semanas de verano de 1897 y 1898, Liebermann trabajó de nuevo en Laren. Con el tiempo, su interés se fue centrando cada vez más en los exteriores; resulta inequívoca su decidida orientación hacia la pintura al aire libre y al entorno atmosférico, hacia los fenómenos de la luz y el aire y su influencia sobre el color. Liebermann pinta la luz tenue y siempre algo vaporosa de esta tierra rodeada y atravesada por el agua, campesinas sobre los caminos llanos, mujeres cosiendo delante de sus casas, niños jugando en las calles. Todos ellos forman parte del paisaje cultivado, del entorno rural; están inmersos en una «intimidad y piedad ante la Naturaleza».
En Holanda culmina la evolución que lleva a Liebermann desde la oscura pintura de taller a una pintura al aire libre más luminosa y abocetada.
Liebermann no empezó a trabajar la técnica del pastel hasta finales de los años ochenta. Utiliza este material para estudios rápidos a color del natural, o para ensayar la estructuración y el efecto de proyectos de cuadros. Entre 1890 y 1898, la producción de dibujos al pastel es especialmente numerosa.
En 1887 Liebermann recibió en Múnich la Gran Medalla de Oro por el Depósito de lino en Laren. Pero tuvo que esperar hasta 1897, año de su cincuenta cumpleaños, para ser honrado en Berlín con una opulenta exposición extraordinaria.
La Galerie Cassirer, en 1998, inauguró su local en Berlín con tres pequeños grupos de pinturas: obras de Liebermann y de los franceses Constantin Meunier y Edgar Degas, cuyos pasteles tanto admiraba Liebermann. Nuestro pintor aportó a esta muestra sus obras más recientes, entre ellas Camino de la escuela en Laren, a cuyo entorno pertenece esta creación al pastel. Rainer Maria Rilke escribió en una reseña acerca de la contribución de Liebermann: «Parece ir creciendo hacia un Impresionismo brillante, concebido de forma muy literal, que se despliega sobre la superficie en un derroche de color».
Angelika Wesenberg