Richard Lindner
La vida del pintor Richard Lindner, alemán de nacimiento y americano de adopción, adquiere un especial significado para toda su obra pictórica. De padre judío alemán y madre americana, Lindner pasó su juventud en Núremberg, la ciudad de Durero, y se formó artísticamente en la Kunstakademie de Múnich.
Durante sus años de formación le marcaría especialmente su visita a la colección de pinturas realizadas por perturbados mentales reunida en la Universidad de Heidelberg, por el psiquiatra e historiador del arte Hans Prinzhorn. Durante los años 1927 y 1928 residió en Berlín, donde fue testigo del desarrollo de la Neue Sachlichkeit (nueva objetividad), un movimiento que dejaría una huella imborrable en toda su obra pictórica posterior. En 1929 regresó a Múnich, donde se casó con su compañera de estudios Elisabeth Schülein, y comenzó a trabajar como director artístico de la importante editorial Knorr & Hirth. Con la llegada de Hitler al poder, Lindner, como tantos judíos alemanes, abandonó su patria y se trasladó a París, ciudad en la que continuó trabajando como diseñador gráfico hasta 1939.
En 1941 emigró a Estados Unidos, se instaló en Nueva York donde empezó a colaborar como ilustrador en las revistas Fortune, Vogue y Harper’s Bazaar y pronto se convirtió en el diseñador gráfico de moda. A pesar de que en 1948 obtuvo la nacionalidad norteamericana, Lindner nunca se sintió plenamente norteamericano, aunque sí neoyorquino. Fue precisamente en Nueva York donde, en 1952, comenzó su tardía vocación de pintor. La vida emancipada y cosmopolita de esta mítica ciudad americana despertó su talento artístico y los protagonistas de sus cuadros, gánsteres, prostitutas o personajes del mundo del teatro, del circo o de los espectáculos de variedades, estaban inspirados en los bajos fondos de las inmediaciones de Times Square o tomados de la cultura de masas norteamericana. En un momento en que triunfaba el expresionismo abstracto, la pintura de Lindner se desarrolló a contracorriente y se mantuvo siempre a distancia. Su lenguaje pictórico, de colores vibrantes y amplios planos de color, y su temática de tipo urbano, le convierten en precursor del pop americano.
Al mismo tiempo, el tono crítico de sus pinturas le hacen deudor de los movimientos artísticos europeos como la Neue Sachlichkeit o el dadá. Su primera exposición no se celebró hasta 1954, cuando tenía ya más de cincuenta años, curiosamente en la Betty Parsons Gallery de Nueva York, una sala vinculada a los expresionistas americanos. En 1969 se casó de nuevo con la joven francesa estudiante de arte Denise Kopelman y, poco después, los Lindner comenzaron a pasar la mitad del año en París. Durante la década de 1970 su obra empezó a ser reconocida.