Thank You
Thank You, una obra pintada por Lindner en Nueva York en 1971, en plena etapa de madurez creadora, representa una robotizada figura femenina, de proporciones monumentales, que invade toda la composición sobre un fondo geométrico de fuertes colores planos. La mujer es el icono fundamental de la pintura de Lindner. El artista se vale de las modernas amazonas protagonistas de sus cuadros, para satirizar las costumbres sexuales o para criticar de forma mordaz la deshumanización de la vida moderna.
Esta enorme mujer-maniquí, una verdadera diosa contemporánea de formas femeninas exageradas y redondeadas, va travestida con un traje de entre amazona y domadora de circo, con esa ambivalencia tan propia del universo pictórico de Lindner. Su pecho al descubierto incrementa su carga erótica y en su rostro, empequeñecido con respecto al volumen de su cuerpo, destacan unos ojos agrandados y unos labios exageradamente voluminosos, que le dan el aspecto de una máscara. Igual que en otras muchas pinturas de su etapa final, Lindner utiliza el mundo del circo para simbolizar ese gran circo del absurdo que es para él el mundo moderno.
Como suele ser habitual en sus obras, la introducción en la composición de algún objeto disonante, aumenta el aspecto enigmático de sus personajes. En esta ocasión, la mujer porta en su mano izquierda una fusta de domadora de animales y en su mano derecha un aro en el que se sujeta un enorme papagayo, quizá en referencia a la palabrería sin sentido. La mujer está pintada en parte de frente y en parte de perfil y desde un punto de vista intencionadamente muy bajo, un truco compositivo que automáticamente empequeñece al espectador. De esta forma, las posibles alusiones a su papel de domadora del hombre, se vuelven más que evidentes.
Richard Lindner fue un pintor de ejecución lenta y producción escasa. Cada obra responde a un laborioso proceso de maduración intelectual y le anteceden largas horas de contemplación de su entorno y numerosos dibujos, en los que va fraguándose la obra definitiva. Por otra parte, no hay que olvidar sus inicios como ilustrador gráfico, pues está claro que aquellas imágenes sencillas, pero de una eficacia comunicativa muy fuerte, le sirvieron de permanente fuente de inspiración. De hecho, tal y como nos descubre Judith Zilczer, Thank You repite el esquema de un dibujo que Lindner había realizado para la revista Mademoiselle en 1942, al poco tiempo de llegar a Nueva York. En la citada ilustración aparece una misteriosa mujer ataviada con un extraño traje-jaula en el que se encuentra encerrado un hombre con sombrero de copa. Tanto el hombre como la mujer sujetan un pájaro en las manos, en la misma actitud que luego se repite en Thank You. En 1967, Lindner recupera por primera vez este tema en un gouache que representa una mujer con un loro, titulado también Thank You, y, en 1971, realiza casi una veintena de dibujos preparatorios, minuciosamente ejecutados, en los que la composición final del óleo va poco a poco consolidándose.
Al laborioso proceso de desarrollo de sus obras, calificado acertadamente por Werner Spies como «collage mental», hay que añadir todo un entramado de influencias de las que Lindner es deudor. En sus obras, inspiradas en el ambiente urbano de Nueva York o en la cultura de masas norteamericana, se hace explícita la huella de la sátira social de Georges Grosz, la simplificación formal de los autómatas de Oskar Schlemmer y de las monumentales figuras mecanizadas de Fernand Léger; sus fondos de formas abstractas y las frases de tipografía nos remiten a la estética cartelista y al mundo de la publicidad; las asociaciones psicológicas entre los objetos y sus personajes le acercan al Surrealismo; la descomposición formal está tomada del Cubismo, y, finalmente, su lenguaje pictórico y su paleta brillante y colorista le vinculan al Pop, del que es considerado precursor.
Ahora bien, detrás de todas estas afinidades y esos múltiples referentes del pasado, se esconde una inquietante y original pintura, llena de significados ocultos que convierten a Richard Lindner en un artista solitario y de difícil catalogación. Su enigmático mundo pictórico, cargado de significados autobiográficos, connotaciones eróticas y referencias literarias, es el resultado de una simbiosis perfecta del ambiente de la gran metrópolis norteamericana y del bagaje cultural de la Europa de comienzos del siglo XX, a la que el artista debe su formación intelectual.
Paloma Alarcó